Il Bronzino

(Agnolo di Cosimo o Tori, llamado il Bronzino; Florencia, 1503 - id., 1573) Pintor manierista italiano. Su estilo, precioso pero frío, se apoya en la fuerza constructiva de los elementos plásticos y en la fuerza irreal del color, características del arte cortesano de la Europa renacentista. Entre sus obras destacan el Retrato de don García de Médicis y el Retrato de un joven. Pintó también varias obras de carácter religioso, como Resurrección, Cristo en el limbo y El descendimiento.

Agnolo di Cosimo, que llegó a ser pintor oficial de la corte medicea y miembro fundador de la Academia del Dibujo en 1561, fue alumno, colaborador y, según parece, hijo adoptivo de Pontormo; en la corte de los grandes duques de Toscana desempeñó un papel semejante al de Sánchez Coello en la de Felipe II. Con Bronzino, la atormentada estética de Pontormo y Rosso deja paso a una serenidad áulica, artificiosa y preciosista, que encuentra su mejor expresión en retratos como los de Ludovico Capponi (Colección Frick, Nueva York) o Laura Battiferri (Palazzo Vecchio, Florencia). Son óleos fríos, analíticos y técnicamente perfectos que servirán de modelo a la retratística cortesana europea durante una centuria, en los que la inquieta linealidad de Pontormo es sustituida por una firme construcción de los volúmenes y una sutil y lúcida articulación de los valores pictóricos.


Laura Battiferri (c. 1555-60), de Agnolo Bronzino

Como retratista (su actividad oficial), Bronzino dejó numerosos retratos impecables y acerados de los personajes de aquella corte, vistos bajo una luz implacable; minucioso en la técnica, y de una profundidad de análisis casi sin equivalencia, Bronzino consiguió una calidad de distanciamiento asombrosa y, bajo su apariencia casi fotográfica, una hondura de interpretación que hacen de él uno de los primeros retratistas de todos los tiempos. Su altiva frialdad se atempera un tanto ante los niños, cuya rotundidad vital (cuando la hay) es capaz de traducir de modo perfecto.

Bronzino cultivó en la pintura religiosa una construcción caprichosa y elegantísima, de intrincada perfección, a base de anatomías perfectas en difíciles actitudes, bajo una luz fría y esmaltada, de calidades lunares. En cuadros de tema religioso como El martirio de San Lorenzo (iglesia de San Lorenzo), se muestra un tanto maquinal al inspirarse en un falso espíritu miguelangelesco; también en la Sagrada Familia (hacia 1540) se fija en Miguel Ángel, pero suavizando la tensión dramática con formas modeladas de recuerdos clásicos, con la simplicidad fría de las formas y un colorido fijo bajo la luz clara.


Alegoría del amor (c. 1546), de Agnolo Bronzino

Sin embargo, en otras pinturas alegóricas, el artista despliega su maestría para el desnudo y su capacidad para hacer del afectado refinamiento un método de seducción, sobre todo en Venus, Cupido, la Locura y el Tiempo (hacia 1546, National Gallery, Londres), cuadro también conocido como Alegoría del amor y que es la obra más famosa de Bronzino. En ella, las figuras de Venus y Cupido (madre e hijo) remiten a una dualidad del concepto del amor que se halla a medio camino entre el dolor y la alegría. A su izquierda, las personificaciones del Placer y el Engaño se contraponen a la imagen de los Celos o la Locura que aparece a la derecha de la diosa del amor. El Padre Tiempo cubre esta imagen teatral, tan cargada de elementos simbólicos. Pero por encima de todas estas sutilezas iconográficas, lo que de verdad confiere a esta tela todo su poder de fascinación es el estallido de formas y colores, sobre todo azules, que presenta.

Cómo citar este artículo:
Fernández, Tomás y Tamaro, Elena. «». En Biografías y Vidas. La enciclopedia biográfica en línea [Internet]. Barcelona, España, 2004. Disponible en [fecha de acceso: ].