Jan Brueghel de Velours

(Jan Bruegel o Brueghel, también llamado Jan Brueghel el Viejo; Bruselas, 1568 - Amberes, 1625) Pintor flamenco. Segundo hijo de Pieter Brueghel el Viejo, Jan Brueghel de Velours cosechó un enorme éxito ya en vida; sus telas alcanzaron precios altísimos durante el siglo XVII, y tuvo una larga serie de imitadores que inútilmente trataron de igualar su virtuosismo y la belleza de su colorido.


Jan Brueghel de Velours (retrato de Anton van Dyck)

Después de su aprendizaje en Amberes, Jan Brueghel viajó a Italia, donde entró al servicio del cardenal Borromeo, con el que viajó a Milán. De regreso a Amberes fue admitido en la guilda de San Lucas como maestro. Desde 1609 hasta su fallecimiento en 1625 fue pintor de los archiduques Isabel Clara Eugenia y Alberto, gobernadores de los Países Bajos, que le distinguieron en su afecto y le hicieron infinidad de encargos.

Jan Brueghel de Velours es una de las personalidades más curiosas del arte flamenco. Situado entre dos siglos tan diversos como el XVI manierista y el XVII barroco, y trabajando en su madurez al lado de un genio tan absorbente y totalizador como Rubens, supo mantener su personalidad refugiándose en la especialización en los paisajes diminutos, donde la realidad se interpreta con vivacidad y objetividad admirables, y en la pintura de flores, floreros o guirnaldas, esmaltadas y frescas, hormigueantes de mariposas e insectos. Su afán por la minucia y su virtuosismo en las superficies y las calidades, que le valieron el sobrenombre de Brueghel «de Velours» (de terciopelo), han hecho que, con frecuencia, se olvide que hay en él un artista capaz de componer con amplitud y de manejar un repertorio riquísimo de recursos, servidos siempre con infalible técnica de miniaturista.


El oído (c.1617-1618), de Jan Brueghel de Velours

El Museo del Prado posee la más rica colección de sus obras que pueda verse en museo alguno. Entre los cuarenta cuadros suyos que recoge el último catálogo, destacan especialmente las cinco grandes tablas de Los sentidos, donde con intención alegórica se reúne lo mejor de cuanto le permite ofrecer su maestría en la reproducción de la naturaleza, viva o muerta. El oído (hacia 1617 o 1618) es uno de los cuadros más complejos de la serie. Todos los elementos que, de modo más o menos directo, se relacionan con este sentido, se acumulan aquí, pintados con amorosa perfección. Al fondo se advierte el castillo de Mariemont, residencia de los Archiduques, y sobre la mesa aparece un tomo de madrigales de Pierre Philipp, el organista de la corte. El tipo femenino de la ninfa desnuda refleja ya la influencia de Rubens.

Con el mismo genio y fortuna que las alegorías realizó paisajes y cuadros de flores y guirnaldas. En lienzos como Gran bouquet de flores (1607) asumió la irrealidad del conjunto representado, compuesto por multitud de distintas flores propias de diversas estaciones del año, convirtiéndolo más en un catálogo que en una composición naturalista. Sus floreros y guirnaldas fueron enormemente apreciados en su época y considerados un modelo de perfección técnica.

Cómo citar este artículo:
Fernández, Tomás y Tamaro, Elena. «». En Biografías y Vidas. La enciclopedia biográfica en línea [Internet]. Barcelona, España, 2004. Disponible en [fecha de acceso: ].