Murasaki Shikibu

(?, 978 - ?, 1016) Escritora japonesa del período Heian. Hija de Fujiwara-no-Tametoki y miembro de una familia de funcionarios letrados, formó parte de la corte de la emperatriz Akiko hasta 1013. Es autora de un diario (Murasaki Shikibu Nikki) y de la monumental Genji monogatari (Historia de Genji), extensa y compleja obra episódica que se considera una de las primeras novelas de la historia de la literatura universal. El núcleo argumental es la vida de Hikaru Genji, "el príncipe radiante", ideal del cortesano Heian, y sus múltiples y a menudo fallidos amoríos. La obra traza un sensible y vigoroso retrato de la sociedad y la cultura cortesana durante el período Heian, cuyo decadente refinamiento vaticinaba su propio final. Los hechos de guerra y las demostraciones de valor ocupan un segundo plano, en tanto que las virtudes más apreciadas son la búsqueda y la fugacidad de la belleza y el amor; el texto está en efecto impregnado del espíritu del mono no aware, o tristeza que subyace en todas las cosas.


Murasaki Shikibu

Murasaki Shikibu pertenecía, por parte de padre y de madre, a una rama de los Fujiwara, la más ilustre familia de la nobleza de la época, familia en la que, por noble tradición, era vivo el culto a las letras y que dio al Japón una gran cantidad de hombres eminentes en todos los campos. Su bisabuelo, Fujiwara-no-Kanesuke (877-933), había sido un famoso poeta, y su padre, Fujiwara-no-Tametoki, era un buen literato. Heredó ella su talento de escritor y recibió, cual convenía a las jóvenes de su familia, cuidadosa educación; y como tenía además por naturaleza una memoria prodigiosa, pronto adquirió una vasta cultura que abarcaba desde la literatura china y japonesa hasta la búdica.

En 996 acompañó a su padre a la provincia de Echizen, de la que había sido nombrado gobernador, y en 998 conoció a Fujiwara-no-Nobutaka, con quien había de contraer matrimonio al año siguiente. De este matrimonio nacieron dos hijas: Katako, conocida en literatura con el nombre de Daini-no-sammi, y Benno-tsubone. En 1001, a los tres años solamente de casado, murió el marido, al parecer de una epidemia, y ella, profundamente conmovida, se retiró a la vida privada, entregándose totalmente al estudio. Durante este período nació su inmortal obra maestra. Una tradición pretende que la escribió en el templo de Ishiyama, junto al lago Biwa y bajo la luz de la luna que se reflejaba en las aguas, escena que ha inspirado infinitas veces a los pintores; a los peregrinos que visitan hoy el templo se les muestra el tintero del que se habría servido la escritora.

Parece ser que Murasaki Shikibu entró primero al servicio del omnipotente ministro Michinaga (966-1027) y después, a partir de 1008, fue dama de compañía de Fujiwara Akiko (988-1011), hija de Michinaga y esposa del emperador Ichijo (986-1011). Bajo el reinado de este soberano, la corte fue un verdadero centro de ingenios femeninos. Ichijo había contraído matrimonio con dos primas (hijas de dos hermanos de su madre): Sadako (977-1000), emperatriz titular, y Akiko, segunda esposa ("chugu"), cada una de las cuales tenía su propia corte de damas de honor, elegidas para este cargo por sus dotes espirituales. Sadako contaba entre sus damas a Sei Shonagon, en tanto que al círculo de Akiko pertenecían Murasaki Shikibu e Izumi Shikibu. Estas tres mujeres figuran entre los más deslumbrantes astros del firmamento literario de la época y entre los nombres más descollantes de la literatura de su país.

En aquella época en que toda la producción literaria tenía carácter aristocrático y surgía de la corte, único gran hogar cultural del Japón, la mujer ocupaba en la sociedad un lugar diametralmente opuesto al que tendría en el futuro. Recibía la misma educación e instrucción que los hombres, los cuales, lejos de considerarla inferior, la respetaban y competían con ella en las actividades espirituales. Alrededor del año 1000, las mujeres tuvieron entre sus manos la suerte de la literatura japonesa. Ello puede explicarse bien porque los hombres de ese tiempo vivían en el ocio y la molicie o porque estaban absorbidos por los estudios chinos, tradicionalmente considerados como la única ocupación seria reservada a ellos. Las mujeres, por el contrario, habían hecho objeto de sus preferencias la lengua nacional y su mentalidad no se mostraba esclava de influencias extrañas a su temperamento, por lo que podían dar libre expresión a su propia fantasía en la lengua que habían aprendido en su infancia.

En el ambiente cortesano, intelectualmente refinado, pero frívolo, placentero y de costumbres libres, siempre a la busca de placeres estéticos delicados, pero lleno también de intrigas y aventuras amorosas, Murasaki Shikibu constituyó una noble excepción. Su nombre, al que no le rozó escándalo alguno, fue sinónimo de las mejores virtudes femeninas. Su unión matrimonial, aunque breve, había sido feliz, y vivió una vida casta y pura, totalmente dedicada a la memoria de quien había sido para ella perfecto compañero. Duramente probada por el destino, la vida y sus alegrías no tenían ya sentido para ella, y pasaba los días en la mayor soledad. Todo hace suponer que, después de la muerte de su marido, madurara en su ánimo el propósito de abrazar la vida religiosa, pero que después, por algún motivo, hubo de abandonar esta idea.

Tras la muerte de Ichijo en 1011, Murasaki Shikibu continuó durante algún tiempo sirviendo a la viuda. En 1014, sin embargo, habiendo muerto su hermano en la provincia de Eehizen, de la que su padre era gobernador, marchó ella a ocupar su puesto y volvió a Kyoto con su padre, que había presentado la dimisión de su cargo. Pero un nuevo golpe del destino la abrumó. Su dolor fue tan vivo que su salud quedó gravemente afectada, y murió al poco tiempo. Una rica e intensa vida interior, con una relevante tendencia a la introspección, fue sin duda el aspecto más sobresaliente de su carácter, al que debe sumarse un sentimiento siempre noble y un trato exquisitamente elevado, incluso en la crítica, como se trasparenta sobre todo en su diario, precioso documento de su psicología.

Genji Monogatari [Historia de Genji]

La historia del príncipe Genji es una de las obras más importantes de la literatura clásica japonesa. Se trata de una extensa novela en 54 capítulos, terminada hacia 1004, y que narra las aventuras del príncipe Genji, personaje imaginario creado por la autora. Genji es hijo de Kiritsubo, noble concubina favorita de un emperador e hija de un viceministro que no pertenece a la familia Fujiwara, entonces omnipotente en la corte. Kiritsubo, aunque mujer de carácter dulcísimo, ha de sufrir por ello toda especie de persecuciones por parte de los miembros de aquella poderosa casa y aguantar además los efectos de la envidia de sus compañeras. Abrumada de tristeza, muere cuando Genji tiene apenas tres años.

El joven príncipe, a quien el desolado soberano ha tomado bajo su protección, crece bello y distinguido y, a los doce años, lo casan con su tía Aoi-no-Ue. Pero Genji no ama a aquella mujer, de más edad que él y que le ha sido impuesta, por lo que se entrega pronto a otros amores que suscitan los celos de su compañera. El emperador había substituido a la pobre Kiritsubo por otra concubina, Fujitsubo, que se parecía mucho a ella. Y Fujitsubo atrae al joven, que se enamora de ella perdidamente, y pronto se siente incapaz de dominar su pasión. De sus relaciones nace un niño, que el emperador piensa que es suyo, y lo nombra príncipe heredero cuando abdica en favor de un hermanastro de más edad que Genji.


Representación del príncipe Genji

Mientras tanto, por haber muerto Aoi-no-Ue, Genji se casa en segundas nupcias con Murasaki-no-Ue, mujer prudente y virtuosa, sobrina de Fujitsubo. Pero ahora su temperamento sensual ya no puede satisfacerse con castos amores domésticos y el descubrimiento de una relación suya con Oborozukiyo, concubina del joven soberano, envía a Genji desterrado a Suma, aldea situada a treinta millas de Kyoto, la capital. Allí conoce a la bella Akashi-no-Ue, hija de un ex gobernador del lugar, que había profesado en las órdenes religiosas, y del amor entre ambos nace otro hijo.

Indultado, Genji vuelve a la capital y poco después sube al trono su hijo, el príncipe heredero. El nuevo emperador, cuando se entera de la verdadera identidad de su padre, colma a Genji de honores, y lo nombra, entre otras cosas, primer ministro y "Dajo Tenno" (Emperador padre). Pero el destino comienza ahora a vengarse de él. Un tal Kashiwagi seduce a la princesa Nyosan, su concubina preferida, y de este amor nace un hijo, el príncipe Kaoru, que Genji cree ser suyo. Entretanto, Murasaki-no-Ue muere, y Genji, que no la ha olvidado nunca, se retira del mundo y muere a los cincuenta y cuatro años.

Así acaba la primera parte de la obra, que comprende cuarenta y cuatro capítulos. Los diez últimos se refieren a la vida y aventuras de Kaoru, el cual, mucho menos afortunado en amores que Genji, su padre putativo, no consigue hacer la corte a una mujer sin que Niou, su tío, se la quite. Y hasta cuando la suerte parece finalmente sonreírle con la graciosa Ukifune, Niou consigue introducirse de noche en la alcoba de Ukifune, que lo toma por Kaoru. Cuando demasiado tarde advierte su error, Ukifune intenta lavar su honor con el suicidio, pero se lo impide un bonzo, y resuelve al fin entrar en un convento budista. Kaoru quiere hacerla salir de allí, para lo cual se va al convento junto con el hermano de Ukifune, al que envía delante con una carta. Al ver al hermano y la misiva, ella, que sigue amando de todo corazón a su Kaoru, estalla de pronto en llanto desesperado, pero después se afirma cada vez más en la decisión que ha tomado e incluso tiene fuerzas para afirmar que el dador de la carta no es su hermano, y que jamás ha sido amante de Kaoru. Éste, desolado, se ve obligado a regresar a la capital con su compañero sin haber conseguido nada.

Genji monogatari es una descripción viva y psicológicamente eficaz del ambiente de la corte de su tiempo, del cual reproduce admirablemente la mentalidad, los gustos, las debilidades, los méritos y los defectos, en una palabra: la vida. El interés de la novela no consiste tanto en su argumento, que repite aventuras amorosas en monótona sucesión, cuanto en la atmósfera psicológica en que se desenvuelven los episodios, y que halla una expresión palpitante en el análisis agudo de la autora. Genji, el protagonista, es el tipo del joven distinguido, amable y elegante, un tenorio lleno de ternura que conserva siempre un delicado recuerdo de sus amantes. Forma pareja con él Murasaki-no-Ue, prudente, virtuosa y bella, en cuya figura la autora ha plasmado su ideal femenino.

La obra retrata una sociedad afeminada y entregada al placer fugitivo, sin preocuparse por el futuro, sin apreciar el pasado: una sociedad que vive de un delicado esteticismo, que se complace en alusiones y comparaciones insinuadas y que tiene horror a lo explícito, pero que posee una sensibilidad muy suya, una especie de sentimiento melancólico de lo creado (mono no aware, el encanto, el hechizo de las cosas). Lo que más importa para los cortesanos de aquella época es lo que es "imamekashi" (moderno, de actualidad), y la virtud humana más exaltada por ellos consiste en poseer un alma llena de sensibilidad delicada ("mono no aware wo shiru", comprender y conocer la íntima melancolía, la intima belleza de las cosas).

La importancia del Genji monogatari consiste en haber dado nueva dirección y nuevo contenido al género narrativo ("monogatari"). Hasta aquella época, los escritores se habían limitado a producir cuentos, por lo regular muy breves, que se inspiraban en su mayor parte, y tal vez exclusivamente, en lo maravilloso y lo fantástico. El Genji monogatari es la primera novela realista: una innovación atrevida para aquellos tiempos, que el genio de la autora probó con pleno éxito.

Su lenguaje es el que se hablaba entonces, y en manos de Murasaki se torna perfecto instrumento, apto para la expresión de los más delicados matices del pensamiento. Habiéndose vuelto con el tiempo ininteligible por causa de la diferencia, cada vez más profunda, entre la lengua hablada y la escrita, su texto fue objeto de cuidadosos y laboriosos comentarios hasta la época de Kamakura (1186-1333), pero, sobre todo, durante la época de los Tokugawa (1603-1868): magníficos filólogos como Keichu (1640-1701), Kitamura Kigin (1618-1705), Kamo Mabuchi (1697-1751), Motoori Norinaga (1730-1801) y otros publicaron estudios y comentarios preciosos de la novela.

En Europa, cuando todavía no había sido traducida totalmente, la novela fue mal juzgada por algunos críticos, entre ellos Bousquet, mientras que otros exageraron en sentido opuesto. W. G. Aston, el más equilibrado y competente de todos los estudiosos, resume de este modo las dotes esenciales de la obra y de su autora: "Hay en el Genji pasión, brío, una abundante vena de placenteras emociones, y aguda observación de hombres y costumbres; una apreciación del hechizo de la naturaleza y un dominio de los recursos de la lengua. Aunque nunca melodramática, Murasaki nos ofrece muchas situaciones y raramente es pesada. Mujer verdaderamente culta, aborrece toda pedantería y lujo estilístico, venenos de muchas novelas del Japón moderno". La excelente traducción integra de su obra al inglés (primera en una lengua europea) hecha por el yamatólogo A. Waley en seis volúmenes (The Tale of Genji, The Sacred Tree, A Wreath of Cloud, Blue Trousers, The Lady of the Boat, The Bridge of dreams, Londres, 1925-1933) suscitó gran número de comentarios favorables e hizo justicia a las dotes de la autora y al fruto de su ingenio.

Cómo citar este artículo:
Fernández, Tomás y Tamaro, Elena. «». En Biografías y Vidas. La enciclopedia biográfica en línea [Internet]. Barcelona, España, 2004. Disponible en [fecha de acceso: ].