Timoteo

(Siglo IV a.J.C.) Escultor griego. Hacia el 375 a.J.C. trabajó en el templo de Asclepio de Epidauro. Se le atribuye una escultura de Leda, conocida por copias posteriores, y la de Hipólito de Trezena. Desde el 350 a.J.C. tomó parte, junto con otros escultores, en la decoración del Mausoleo de Halicarnaso.

Al parecer, Timoteo dirigió en Epidauro la decoración escultórica del templo dedicado a Asclepio. El propio Timoteo labró personalmente algunas acroteras, distribuyendo el resto del trabajo entre maestros poco conocidos, como Hectóridas. En estas acroteras, figuras exentas de Victorias y de divinidades aéreas y marinas a caballo, se lograba una gran animación por medio de la elasticidad, la ligereza y las refinadas proporciones de los cuerpos, así como con los juegos de los pliegues aéreos y ventilados. Las mismas pautas emergen en los relieves de los frontones, con escenas de la caída de Troya y de la Amazonomaquia. En algunas figuras en las que prevalece la sobriedad, con un novedoso y simplificado tratamiento de los "pliegues mojados", se suele reconocer la mano de Timoteo.


Leda y el cisne (siglo IV a.J.C.), de Timoteo

Fuera de Epidauro, Timoteo realizó Leda y el cisne, su obra maestra, conocida por copias. Es una pieza cargada de efectos teatrales en la que la heroína se desprende parcialmente de su vestimenta para proteger al cisne (Zeus) de la persecución de un águila. Poco después, Timoteo participó en la decoración del Mausoleo de Halicarnaso. Con los trabajos del Mausoleo, Halicarnaso se convirtió en la capital circunstancial del arte; la pretenciosa labor arquitectónica se completó con un no menos pretencioso proyecto escultórico que, en varios frisos de alto contenido ideológico, resaltaba la figura del soberano y sus antepasados.

Para el proyecto fueron escogidos, entre los más célebres y más prometedores del momento, cuatro grandes escultores: el propio Timoteo, Escopas de Paros y los atenienses Briaxis y Leocares. La decoración comprendía relieves con procesiones ante el rey, escenas de cacerías y combates alusivos a la ideología regia. El plan reservaba a las majestuosas imágenes exentas de los antepasados y a un posible retrato de Mausolo el espacio entre las columnas del templete, y se enriquecía con filas de figuras humanas y animales, culminando en la cuadriga real que coronaba la estructura, componentes todos ellos que estuvieron en la base de las futuras creaciones propagandísticas de los reyes helenísticos. Aun tratándose de una obra colectiva, el Mausoleo gozaba de unidad compositiva, resultando por ello extremadamente difícil reconocer con claridad la mano de cada maestro, a pesar de las innegables divergencias estilísticas que se observan en los fragmentos conservados.

Cómo citar este artículo:
Fernández, Tomás y Tamaro, Elena. «». En Biografías y Vidas. La enciclopedia biográfica en línea [Internet]. Barcelona, España, 2004. Disponible en [fecha de acceso: ].