Yuan Shikai

(Hunan, 1859 - Pekín, 1916) Político y militar chino. Fue protagonista de las profundas transformaciones que China sufriría en la transición desde su estructura medieval y tradicional hacia la construcción del Estado moderno. Tras el derrocamiento del último emperador Puyi, perteneciente a la dinastía Qing, pasó a ser el primer ministro de la nueva República de China, tal y como había sido decretado por el emperador.

Perteneciente a una de las familias militares chinas con más tradición, Yuan, que desde su juventud había destacado por su astucia más que por su preparación académica, consiguió realizar una brillante carrera militar y política, aun sin haber conseguido altas graduaciones. En 1882 fue enviado a Corea, donde permaneció hasta 1894 con la orden de evitar y controlar la penetración japonesa en la zona.


Yuan Shikai

Apenas tres años después, gracias a la rigurosidad de su mando y su lealtad, fue elegido como comisionado de la dinastía china en Seúl. Sin embargo, la persistencia japonesa de hacerse fuerte en este territorio y debilitar la extensión territorial de China provocaron la Guerra Chino-japonesa de 1894-1895, en la cual las fuerzas militares chinas quedaron destruidas y Japón se alzó con la victoria. Esto fue sin lugar a dudas la primera prueba de que China era un gigante con los pies de barro.

La debilidad externa de la que hacía gala frente a las presiones de las potencias europeas del momento, principalmente de Gran Bretaña y Francia, que estaban deseosas de introducir su influencia en los mercados chinos, fue minando una cohesión interior más ficticia que real a finales del siglo XIX. Como consecuencia de ello, las revueltas y levantamientos se sucedieron. Yuan, como gobernador de Chantung, manteniéndose fiel a la emperatriz viuda, siguió aplicando una política tímidamente reformista, sobreviviendo a la insurrección de los Boxers en 1900.

Su influencia política continuó aumentando notablemente al tiempo que se mantenía firme en sus posiciones ideológicas. Defendió la reforma frente a la revolución, y a la dinastía imperial frente a cualquier otro sistema de estado, aunque esto no fue óbice para que aceptara la inevitable caída del emperador. Durante la revolución de 1911, Sun Yat Sen, líder del primer Kuomintang, estableció un gobierno republicano revolucionario en Cantón que dominaba el sur de China. Por el contrario, en el norte (concretamente en Nankín) se estableció un gobierno provisional liderado por Yuan Shikai, apoyado por todas las facciones más tradicionales y reaccionarias del país.

China vivió en esos momentos uno de los episodios más difíciles de su historia. Con las arcas del estado completamente vacías, con un poder incapaz de extender su influencia en todo el territorio que, bajo la anarquía, cayó en manos de los señores locales o "señores de la guerra", y mientras se mantenía la presión internacional, la proclamación de la República China simplemente fue testimonial, pues las estructuras socio-económicas y políticas se mantuvieron intactas.

En 1913, Yuan se enfrentó a una revuelta en su contra. Su victoria sobre el kuomintang de Sun marcó el final de todo intento de instaurar una democracia parlamentaria siguiendo el modelo de las revoluciones liberales-burguesas acontecidas en Europa a lo largo del siglo XIX. Nombrado presidente vitalicio, se instauró un régimen dictatorial contrarrevolucionario en el que las fuerzas conservadoras, que le respaldaron durante todo el proceso, pretendieron crear una nueva dinastía en 1915-1916 bajo su liderazgo.

Esta acción, aunque dirigida para fortalecer la unidad nacional en China y el retorno del poder sobre un eje centralizador, consiguió provocar un resultado totalmente opuesto. Los intereses de los conservadores civiles se enfrentaron a los de las fuerzas militares. Como consecuencia, Yuan comprobó cómo crecía la oposición a su autoridad dentro de las filas de sus máximos colaboradores. Yuan murió en plena crisis de autoridad en 1916. Su sucesor, Li Yuanhong, tampoco consiguió centralizar el poder bajo su autoridad y continuó un peligroso proceso desintegrador que mantuvo el estado de guerra civil y facilitó la propagación de nuevas revoluciones.

Cómo citar este artículo:
Fernández, Tomás y Tamaro, Elena. «». En Biografías y Vidas. La enciclopedia biográfica en línea [Internet]. Barcelona, España, 2004. Disponible en [fecha de acceso: ].