Yusuf al-Mutamin
Rey taifa de Zaragoza nacido hacia 1040 y muerto en otoño de 1085. Durante su corto reinado trató de reunir en sus manos la totalidad del patrimonio paterno, disgregado en su herencia, pero debido a sus esfuerzos por combatir a su hermano Mugdir, no pudo hacer frente al avance por sus territorios de Sancho Ramírez de Aragón. Yusuf al-Mutamin debió la mayoría de sus éxitos militares a la colaboración del Cid.
Hijo de Ahmed Ibn Hud al-Muqtadir, Yusuf pertenecía a la dinastía de los Banu Hud, procedente de Arabia y que había ascendido al poder en Zaragoza en la figura de Sulayman Ibn Hud al-Mustasin. En 1081, ante la grave enfermedad de su padre, Yusuf Ibn Ahmed tomó el poder en Zaragoza; sus dominios comprendían la propia ciudad de Zaragoza, Tudela, Huesca y Calatayud. El hermano de Yusuf, Mugdir Imad al-Dawla, recibió como herencia paterna los reinos de Lleida, Denia, Tortosa y Monzón. De esta manera, el poderoso reino Hudí de la Marca superior de Al-Andalus formado por al-Muqtadir durante su largo reinado se disgregó entre sus descendientes, lo cual fue frecuente motivo de luchas entre ellos.
A la muerte de al-Muqtadir, Yusuf reclamó como primogénito el derecho a recibir todo el patrimonio paterno, pero Mugdir de Lleida, seguro de la lealtad de sus tropas, no le reconoció. Yusuf, que contaba con la fidelidad de Rodrigo Díaz de Vivar, envió al Cid en 1082 a la villa de Almenara para que reconstruyese su castillo y se ocupase de la defensa de la linea de fortalezas de la frontera oriental del reino zaragozano: Balaguer, Almenara, Tamarite y Monzón, que se oponían a las posiciones fuertes del condado de Barcelona, gobernado por Ramón Berenguer II.
Cuando Mugdir de Lleida supo de la proximidad del Cid (Almenara se halla a escasos veinte kilómetros de Lleida) pidió ayuda al conde de Barcelona y recibió además el apoyo de otros condes catalanes, que sitiaron la plaza en tanto que el Cid se encontraba en la fortaleza de Escarp, que acababa de tomar. Cuando Yusuf supo por noticias del Cid de la toma de Almenara acudió a Tamarite, donde se encontró con el caballero burgalés; por consejo de don Rodrigo, Yusuf decidió evitar la lucha contra un ejército muy superior y trató de mantener la posesión de la fortaleza a cambio de entregar un tributo a su hermano Mugdir.
Aunque Imad al-Dawla aceptó la oferta, sus aliados, seguros de poder obtener la fortaleza por las armas, continuaron con el asedio. El Cid salió de Tamarite hacia Almenara y allí derrotó al ejército atacante (1082), tomando gran cantidad de prisioneros, entre ellos el conde Berenguer Ramón II de Barcelona, hermano del soberano del condado. Esta victoria del Cid proporcionó a Yusuf un enorme prestigio y el soberano de Zaragoza colmó por ella de regalos al caballero de Vivar.
A comienzos de su reinado debió ocuparse Yusuf de sofocar sublevaciones y conspiraciones desde el interior de su reino. Condenó a muerte al visir de su padre, Ibn ar-Royolo, personaje que estaba acumulando un gran poder en la corte zaragozana, y del que sospechaba que conspiraba para hacerse con el gobierno. Las crónicas no han dejado la fecha de la muerte del visir, pero es posible que éste también estuviese relacionado con la sublevación de Rueda de 1082: su gobernador, cuyo nombre no han dejado las crónicas, era el encargado de custodiar como prisionero a al-Muzaffar, tío de Yusuf que había sido confinado en dicha fortaleza por al-Muqtadir; éste se puso de parte de su prisionero, que había sido señor de Lleida, y pidió ayuda a Alfonso VI de Castilla para que le apoyase en una sublevación contra Yusuf al-Mutamin; el monarca castellano aceptó y marchó hacia el castillo, pero la súbita muerte de al-Muzaffar hizo cambiar al gobernador de Rueda de opinión y éste tendió una emboscada a Alfonso (6-I-1083), aunque el rey consiguió huir.
Entre febrero y abril de 1083 Yusuf al-Mutamin vio como el rey Sancho Ramírez de Aragón atacaba sus territorios y se apoderaba de Agüero, Ayerbe y Graus, en la frontera norte del reino Hudí. El rey de Zaragoza encargó de nuevo al Cid la defensa de estos territorios, pero el de Vivar sólo pudo hacer contra el rey aragonés algunas razias en la región de Monzón, por lo que buscó un nuevo campo de acción y lo encontró en Morella, en las tierras gobernadas por Mugdir Imad al-Dawla. Por orden de Yusuf al-Mutamin, el Cid reedificó la fortaleza de Olocau para tomarla como base de operaciones en la conquista de Morella.
Mugdir pidió ayuda al rey aragonés Sancho Ramírez y éste, que acababa de arrebatar Secastilla al reino Hudí (mayo de 1084), acudió a la defensa del señor de Lleida y tras unas infructuosas negociaciones de paz presentó batalla al Campeador el 14 de agosto de 1084. Tras la victoria, don Rodrigo se dirigió a Zaragoza donde fue largamente aclamado.
Durante el reinado de Yusuf, Zaragoza fue un centro donde se acogió no sólo al Cid, sino a muchos desarraigados de al-Andalus y refugiados políticos como el poeta Ibn Ammar, que había sido primer ministro de Abbad de Sevilla y que cuando llegó a la corte zaragozana en 1082 recibió idéntica dignidad, desde la cual promovió diferentes acciones militares de su señor, Yusuf.
Las crónicas refieren que gracias a su astucia se ganaron para el reino Hudí varias fortalezas cuyos nombres y fecha de conquista no refieren. Por iniciativa de Ibn Ammar, Yusuf al-Mutamin acometió en julio de 1084 la conquista de Segura de la Sierra (Jaén), pero la captura de su visir hizo que el soberano Hudí desistiese de la empresa. Según las fuentes, cuando Yusuf pagó el rescate de Ibn Ammar, lo mató él mismo a hachazos.
En lo referente a relaciones exteriores, la acción más sobresaliente de Yusuf fue la alianza matrimonial entre Zaragoza y Valencia, concretada en la boda de un hijo de Yusuf, Ahmed al-Mustasin II, con una hija de Abu Bakr Ibn Abd al-Aziz (6-VI-1085). Esta alianza tenía como claro fin político la mutua defensa de ambos reinos frente al expansionismo de Alfonso VI.
Poco después de la alianza entre Zaragoza y Valencia, a los pocos meses de que Toledo hubiese capitulado ante Alfonso VI, murió Yusuf al-Mutamin, quedando su reino en manos de Ahmed II al-Mustasin, que había sido nombrado heredero dos años antes y había empezado a acuñar moneda aún en vida de su padre.
Cómo citar este artículo:
Fernández, Tomás y Tamaro, Elena. «».
En Biografías y Vidas. La enciclopedia biográfica en línea [Internet]. Barcelona, España, 2004. Disponible en
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