Buda

 
El ascetismo. Peregrinando como un asceta más y lacerando su cuerpo con ayunos y penitencias, Siddharta Gautama conoció en sus semejantes las enfermedades, el dolor, el desconsuelo, la desesperación, la vejez y la muerte. Estaba llamado a liberar a los hombres del miedo y la ignorancia, caldos de cultivo del sufrimiento, y comprendió que la única vía para conseguirlo era el conocimiento, la total sabiduría. Para llegar a ella practicó rigurosamente el yoga, la meditación y diversas mortificaciones hasta hacer de su cuerpo un montón de huesos tambaleantes atacado de violentos dolores. Junto con otros eremitas castigó su cuerpo con extenuantes ayunos, hasta darse cuenta de que la mortificación no le llevaba a ninguna parte: esta pintura mural de un templo de Laos resume su etapa ascética representándole en extrema delgadez, entre sus cinco compañeros y un dios protector. Decidió entonces adoptar un término medio entre el ascetismo absoluto y una prudente sensualidad, refugiándose en la soledad y haciéndolo todo con moderación. Ese "término medio" de Gautama era, desde nuestro punto de vista actual, una heroicidad: su castidad era absoluta, ingería alimento una vez al día y sólo arroz, apenas dormía y meditaba sin descanso.