Manuel Lisandro Barillas
(Quetzaltenango, Guatemala, 1844 - Ciudad de México, 1907) Militar y político guatemalteco que fue presidente de la República desde 1886 hasta 1892. Manuel Lisandro Barillas dirigió el Partido Democrático en el movimiento revolucionario que en 1871 derrocó al presidente Vicente Cerna y llevó al poder al general Justo Rufino Barrios (1873-1885).
Manuel Lisandro Barillas
Como gobernador del departamento de Quetzaltenango, Barillas sofocó en 1885, tras la muerte del presidente Barrios, un intento de sublevación del general Barrundía, lo que le llevó a ocupar interinamente la presidencia, cargo en el que fue ratificado mediante sufragio en 1886. Ya en el poder, disolvió la Asamblea y reprimió con violencia diferentes intentos de derrocarlo. Su política intransigente se tradujo en la expulsión del arzobispo Ricardo Casanova y en el fusilamiento del general Barrundía en 1890. Fue sucedido en el cargo por José María Reina Barrios en 1892. Murió asesinado en México.
La presidencia de Manuel Lisandro Barillas (1886-1892)
La inesperada muerte en combate del presidente Justo Rufino Barrios en 1885 vino a demostrar la eficacia del entramado de poder que había construido. Las diferentes corrientes políticas, tanto en el seno de los liberales como en el de los opositores, se enfrentaron al dilema de la sucesión; sobre todo se propusieron lograr el consenso en torno al principio de no reelección e intentaron evitar que el sucesor proviniera de uno de los designados. Sin embargo, el jefe político de Quetzaltenango y segundo designado, el general Manuel Lisandro Barillas, actuó rápidamente y declaró el estado de sitio con el apoyo de un sector de la asamblea. Enseguida desterró a Lorenzo Montúfar y a Francisco Lainfiesta, principales dirigentes liberales y aspirantes a la primera magistratura.
Eliminados los obstáculos, Barillas recurrió a las elecciones y fue electo por unanimidad en 1886. Un año después siguió el camino de Barrios al disolver la Asamblea, en la cual se discutía sobre el control del tesoro nacional, que se encontraba bastante mermado por la sobrecarga del presupuesto militar. También enfrentado a la Iglesia, expulsó del país al arzobispo Ricardo Casanova y Estrada. Restaurada la asamblea bajo su influencia, la aprovechó para ampliar el período presidencial y eliminar el cargo de vicepresidente, con lo que prescindía de uno de sus opositores internos. Tal medida provocó disturbios en varias partes del país, pero no le afectaron lo suficiente y pronto superó la crisis. Para congraciarse con Montúfar y Lainfiesta les ofreció puestos ministeriales, que éstos terminaron por aceptar.
La idea del unionismo retomó el vuelo con Barillas. En 1887 se reunieron los representantes de los cinco países centroamericanos y firmaron un pacto con intenciones unitarias. En los dos años siguientes se celebraron otros congresos, uno en San José (Costa Rica) y otro en San Salvador. En este último se firmó el Pacto de Unión Provisional. Todo parecía augurar que esta vez era posible alcanzar el viejo sueño de la "patria grande", a realizarse formalmente en 1890. Guatemala, El Salvador y Honduras lo apoyaron de inmediato, pero los gobiernos de Costa Rica y Nicaragua fueron menos entusiastas. Finalmente, la sublevación de Carlos Ezeta en El Salvador contra el gobierno de Francisco Menéndez echó por tierra el proyecto y de nuevo llevó la región a la guerra. Las tropas de Honduras y Guatemala invadieron aquel país y vencieron a Ezeta, pero su triunfo no significó la reactivación de los tratados.
En general, la política de Manuel Lisandro Barillas no varió mucho en relación con la de Barrios. Barillas siguió impulsando la política agraria en función de ampliar el proceso de privatización de la tierra, y de fomentar la producción cafetalera, la cual mostraba ya un consistente cambio en las relaciones económicas. Además, buscó profundizar la orientación agroexportadora de la economía y apoyar la diversificación productiva con resultados poco importantes, puesto que a esas alturas los propietarios agrícolas prefirieron sostenerse con el café, un producto que prometía mejor y más segura rentabilidad que el resto de productos de consumo interno o de algunos otros de exportación que no llegaban a alcanzar un buen mercado en el exterior.
Cómo citar este artículo:
Fernández, Tomás y Tamaro, Elena. «».
En Biografías y Vidas. La enciclopedia biográfica en línea [Internet]. Barcelona, España, 2004. Disponible en
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