Vitus Bering

(Vitus Bering o Behring; Horsens, Dinamarca, 1681 - isla de Bering, 1741) Marino y explorador danés que descubrió el estrecho que lleva su nombre, verificando con ello la inexistencia de un paso por tierra que uniese Siberia con el continente americano. Siendo muy joven embarcó en una expedición que recorrió la India. En 1703 se alistó en la marina rusa a las órdenes de Pedro I el Grande, participó en la Gran Guerra Nórdica y fue enviado a Kamchatka para levantar un mapa del área marítima entre Siberia y Alaska y encontrar una conexión terrestre entre ambas zonas. En 1725 abandonó San Petersburgo y constató, al cabo de dos años de viajes, que Asia no estaba unida a América.


Vitus Bering

Regresó a Europa después de tres años, y en 1741 emprendió un nuevo viaje que le llevó a descubrir las Aleutianas, la isla Kodiak y Alaska, pero las adversas condiciones climatológicas y una epidemia de escorbuto abortaron su última expedición. Una tempestad lo arrojó a la isla de Avacha, que posteriormente tomó el nombre de Bering, en la cual murió. Además de sus descubrimientos, fue célebre su descripción de la vaca marina de Steller, un animal desconocido que habitaba la isla donde había naufragado y que se extinguió algunos años después.

Los viajes de Bering

Las exploraciones de Vitus Bering, extraordinario marino danés al servicio de la corona rusa, supusieron la llegada de los occidentales al confín más oriental de Siberia y el descubrimiento de una región hasta entonces ignota. Las inclemencias climatológicas, unidas a las condiciones a menudo penosas de los viajes, hicieron de estas empresas una verdadera gesta para un país, Rusia, que a duras penas acababa de dejar atrás la Edad Media e intentaba realzar sus progresos frente al resto de países occidentales.

Cuando en 1723 Vitus Bering recibió el encargo del zar Pedro I de Rusia de dirigir una expedición naval en la costa este de Siberia, su experiencia y reputación en la joven marina rusa estaba bien asentada. La misión que le fue encomendada tenía unas características que la hacían peculiar: debía explorar el extremo oriental de Siberia, pero debía llegar por tierra. Las razones de esta decisión del zar, que pueden parecer poco prácticas si se tiene en cuenta que viajar por mar, aunque hubiese representado un largo trayecto, habría sido mucho más rápido, hay que buscarlas en la doble necesidad de secreto y de prestigio. Los rusos no querían que otras potencias coloniales europeas conociesen sus intenciones de explorar la costa siberiana y llegar a América, ya que temían que se les adelantasen al contar con mayores recursos navales. Por otro lado, el que la expedición cruzara Siberia era una manera de demostrar el poder del zar en aquel extremo tan alejado de su imperio.

Vitus Bering partió de San Petersburgo en dirección a Siberia con una dotación inicial que no superaba el centenar de hombres. A lo largo del camino fue agregando efectivos a su comitiva, que alcanzaría respetables dimensiones. El viaje a través de la inmensidad de Siberia fue por sí mismo una gesta, ya que no sólo hubieron de hacer frente a las adversidades meteorológicas, sino también a las tribus hostiles de la región. Cuando finalmente alcanzaron las costas del Pacífico en Ojotsk, tres años después de su partida, construyeron un barco con el que navegaron hasta la península de Kamchatka, donde desembarcaron.


Expediciones de Bering

Una vez allí construyeron una nueva embarcación, el San Gabriel, que utilizaron para bordear, hacia el norte, el litoral siberiano. Esta ruta les llevó a un punto en el cual perdieron de vista la tierra al oeste, lo cual confirmaba que Asia y América estaban separadas por el mar. Como pese a ello persistían las dudas, uno de los lugartenientes de Bering, Chirinov, propuso continuar con la exploración. Bering rehusó, pues era consciente de los peligros de pasar el invierno en aquellas latitudes, y dio la orden de regresar. Aunque la decisión de no continuar las exploraciones fue duramente criticada en la corte rusa a su regreso, la fama del marino no se vio mermada; había demostrado grandes dotes de organizador al dirigir con éxito una empresa de tal magnitud, y sus decisiones habían estado orientadas a salvaguardar a su tripulación.

El siguiente viaje de Bering a la costa de Siberia obedeció al deseo de explotar el éxito de la primera expedición y completar sus objetivos. En esta ocasión la preparación fue mucho más concienzuda; se decidió formar una flota de trece barcos con una dotación de tres mil hombres, pero la obligación política de llegar a la costa de Siberia tras cruzar por territorio ruso continental complicó de nuevo las cosas. En esta ocasión, y de acuerdo con el tamaño de la expedición, se tardaron ocho años en establecer la base de Ojotsk, un retraso que enfureció al gobierno ruso. Es más, al final sólo dos naves de las trece previstas participaron en la exploración.

Para colmo de males, una tormenta separó a los dos barcos, y cada uno hubo de arreglárselas por su cuenta. El navío de Bering, el San Pedro, acabó frente a las costas de Alaska, y Bering se dedicó a explorar el litoral de Alaska, así como las islas Kodiak y las Aleutianas. Sin el apoyo de la otra nave y temiendo la llegada del invierno, Bering decidió regresar a su base; por desgracia, una tormenta le obligó a buscar refugio en las Islas del Comandante, donde falleció antes de que la llegada del buen tiempo permitiese a la tripulación del San Pedro construir una barca para regresar a Ojotsk.

Cómo citar este artículo:
Fernández, Tomás y Tamaro, Elena. «». En Biografías y Vidas. La enciclopedia biográfica en línea [Internet]. Barcelona, España, 2004. Disponible en [fecha de acceso: ].