Mateo Cerezo

(Mateo Cerezo Delgado, llamado el Joven; Burgos, 1637 - Madrid, 1666) Pintor español. Es una de las figuras más notables de la escuela madrileña del segundo tercio del siglo XVII. En 1654 se estableció en Madrid, donde fue discípulo de Carreño de Miranda. Su actividad artística se desenvolvió en la corte, salvo un breve período en Burgos y en Valladolid.


Inmaculada Concepción (c.1663), de Mateo Cerezo

Hijo del también pintor Mateo Cerezo el Viejo, con quien inició su formación, Mateo Cerezo se trasladó a Madrid hacia 1654 e ingresó en el taller de Juan Carreño de Miranda. A través de Carreño tomó contacto con la pintura flamenca y veneciana, en especial con la de Van Dyck, Rubens, Tiziano y El Veronés, y evolucionó hacia un progresivo interés por los aspectos lumínicos y cromáticos. Practicó la pintura del natural y la copia de originales de la pinacoteca palatina; manifestó, asimismo, influjos de otros artistas activos en la Corte en esa época, como el mismo Carreño de Miranda, Antonio Pereda y Francisco Herrera el Mozo, con quien trabajó en la decoración de la cúpula de la iglesia de Atocha en Madrid.

Figura principal de la escuela madrileña de la segunda mitad del siglo XVII, llevó a cabo la mayor parte de su producción en Madrid, aunque en la actualidad se encuentra dispersa por numerosos museos españoles y europeos. Inició su actividad como artista independiente a finales de la década de 1650, especializándose en la pintura de tema religioso y de bodegones, y alcanzó prestigio por sus cuadros de la Inmaculada Concepción, de raíz flamenca; tales representaciones obtuvieron una amplia difusión merced al grabado de su pintura realizado por Juan Antonio Salvador Carmona (1659), que dio origen a numerosas copias del modelo original.

Muy apreciado ya por sus contemporáneos, en el siglo siguiente recibiría las alabanzas del pintor y tratatadista Antonio Palomino, quien destacó principalmente algunos de sus cuadros de temática religiosa, como el de los Desposorios místicos de Santa Catalina (Museo del Prado, Madrid), influido por Carreño, en el que se manifiestan sus habilidades compositivas y la consecución de una atmósfera luminosa en la que realiza una suave degradación de los planos. Palomino dedicó también elogios a sus bodegones: de carácter realista e influidos por la pintura flamenca, en ellos se advierte también su interés por los efectos lumínicos. Se conservan dos en el Museo de San Carlos de México, firmados en 1664, y se le atribuye el Bodegón con peces del Museo de Navarra.

Entre 1657 y 1658, Mateo Cerezo permaneció en Burgos y en Valladolid, donde llevó a cabo un grupo de obras entre las que Palomino destaca la Aparición de la Virgen a San Francisco, pintada para el convento franciscano de Valladolid. En la actualidad se identifica esta obra, sin duda una de las piezas más interesantes de su producción, con la del mismo título que se conserva en el Museo Lázaro Galdiano de Madrid.

Es asimismo destacable la Magdalena Penitente del Rijksmuseum de Amsterdam, en la que se advierte la influencia de Tiziano y Rubens por los matices de sensualidad de la figura, su luminosidad y la calidad de ejecución; repitió el tema en numerosas versiones conservadas en La Haya, Viena y Madrid. Entre sus representaciones de santos, cabe destacar las de San Juan Bautista (Museo de Kassel, Alemania), San Agustín (Museo del Prado), San Jerónimo (Real Academia de Bellas Artes de San Fernando, Madrid) y San Francisco (catedral de Valencia). Otro aspecto de su tratamiento del desnudo santificado es el Ecce Homo del Museo de Budapest (Hungría). Su última obra fue Jesús y los peregrinos de Emaús; aunque no se conserva, fue conocida por el grabado que de ella realizó José del Castillo.

Cómo citar este artículo:
Fernández, Tomás y Tamaro, Elena. «». En Biografías y Vidas. La enciclopedia biográfica en línea [Internet]. Barcelona, España, 2004. Disponible en [fecha de acceso: ].