Heinz Hartmann

(Viena, 1894 - Stony Point, 1970) Médico y psicoanalista estadounidense de origen austríaco. Es uno de los principales representantes de la «psicología del yo», cuya terapia tiene como finalidad la adaptación del paciente a la realidad.


Heinz Hartmann

Discípulo de Sigmund Freud, Heinz Hartmann fundó con Ernst Kris y Anna Freud la publicación anual Estudio psicoanalítico de los niños. Entre 1951 y 1957 fue presidente de la Asociación Psicoanalítica Internacional, y en 1958 recibió el homenaje de la Asociación Psicoanalítica Americana, que le concedió el Premio Charles Frederick Menninger. Su obra más destacada es Ensayos sobre la psicología del Yo (Essays on Ego Psychology. Selected problems in Psychoanalytic Theory, 1964).

Heinz Hartmann fue uno de los teóricos más influyentes de una tendencia psicoanalítica autodenominada «psicología del yo», que se afirmó en Estados Unidos después de la Segunda Guerra Mundial y cuyos principales teóricos fueron, además de Hartmann, David Rapaport, Ernst Kris y Rudolf Loewenstein, todos ellos de origen europeo. Esta corriente se propuso convertir el psicoanálisis en una teoría general de la personalidad, incluyendo en el campo psicoanalítico fenómenos y métodos de investigación que eran objeto de la psicología clásica.

Así como Freud tendió a privilegiar lo conflictivo (no sólo en personalidades patológicas, sino en todos los seres humanos, incluso en los «normales»), Heinz Hartmann entendió por el contrario el Yo freudiano como una instancia psíquica ajena a los conflictos, que comprende las funciones que suelen llamarse «conscientes», las cuales aseguran la adaptación del individuo a la realidad. Para Hartmann el Yo no es, como pretendía Freud, solamente una instancia nacida de los conflictos entre los impulsos, ni tampoco lo único que se opone al Ello (impulsos sexuales y agresivos) y al Super-Yo (instancias punitivas e inhibitorias). Hartmann se inclina en favor de la autonomía del Yo tanto en relación con los impulsos como con la realidad, y supone que existen desde el nacimiento «funciones autónomas primarias del Yo», al lado de otras secundarias que sólo maduran más tarde. Al constituirse como autónomo desde el nacimiento, el Yo tiene a su disposición determinada cantidad de energía «neutralizada» (energía que no es ni sexual ni agresiva, y que por lo tanto no procede del Ello); también es uno de sus cometidos neutralizar las mismas energías del impulso (sexuales y agresivas).

Desde este punto de vista, el Yo desempeña dos papeles distintos: por un lado, contener la presión de los impulsos, y del otro, ejercer aquellas funciones que se desarrollan fuera del conflicto, las cuales parecen coincidir, en parte, con las facultades de la psicología tradicional: la percepción, el pensamiento, el lenguaje, los recuerdos, la comprensión objetiva y los procesos de aprendizaje. Estas funciones se basan, en la medida en que poseen una «forma», en «aparatos» específicos del Yo correspondientes a ellas. Bajo esta perspectiva, el concepto freudiano de sublimación (el proceso por el que un impulso sexual es desviado hacia metas y objetos no sexuales, sino artísticos o científicos) vuelve a interpretarse como factor de la constitución del Yo autónomo y en sintonía con la realidad.

En su ensayo Comprensión y explicación, Hartmann desarrolló intereses epistemológicos oponiendo, en particular, el psicoanálisis al método del psiquiatra alemán Karl Jaspers, que basaba el tratamiento psicológico en la comprensión, o sea en un sentimiento de empatía entre investigador y objeto estudiado. Sin negar el papel de la empatía en la técnica analítica, Hartmann valoraba el carácter científico del método psicoanalítico, al que consideraba experimental además de clínico, y sostuvo que la técnica de las asociaciones libres permite establecer relaciones casuales entre los fenómenos.

Cómo citar este artículo:
Fernández, Tomás y Tamaro, Elena. «». En Biografías y Vidas. La enciclopedia biográfica en línea [Internet]. Barcelona, España, 2004. Disponible en [fecha de acceso: ].