Enrique López Albújar

(Chiclayo, 1872 - Lima, 1966) Escritor peruano cuyos relatos breves preludiaron el desarrollo de la novela indigenista peruana, tendencia que culminaría en la obra maestra de Ciro Alegría, El mundo es ancho y ajeno (1941), y, ya desde una perspectiva más compleja, en la narrativa de José María Arguedas. Enrique López Albújar estudió en el Colegio Nacional de Guadalupe y en la Universidad de San Marcos. Finalizados sus estudios, impartió clases de historia el Colegio de San Miguel de Piura; posteriormente fue juez instructor de Huánuco, magistrado y presidente del Tribunal Superior de Justicia de Tacna. En el terreno periodístico fue director de las publicaciones El Amigo del Pueblo y La Prensa de Lima (1916).


Enrique López Albújar

La obra de Enrique López Albújar se desarrolla dentro de las orientaciones del realismo crítico y renovador de Hispanoamérica, con atención especial hacia el elemento indígena. Lo más estimable de su obra se encuentra en sus Cuentos andinos (1920), que continuó con Nuevos cuentos andinos (1937) y con El hechizo de Tomayquichua (1943). Su identificación con las víctimas de la injusticia social, en este caso los indios, lo llevó a trazar cuadros de gran plasticidad e interés, pese a su escasa penetración psicológica. En la misma línea construyó la novela Matalaché (1929), sobre la dura existencia de los negros en las grandes haciendas.

Cuentos andinos es una colección diez narraciones breves en los cuales el autor vierte principalmente su experiencia como Juez Instructor de la provincia de Huánuco y cuyos personajes son en general los indígenas de aquella región. Los tres jircas transcribe la leyenda popular sobre el origen de las tres montañas que rodean la ciudad de Huánuco. En La soberbia del piojo, a través de las palabras de un anciano, se compara al hombre con ese parásito y se concluye afirmando la necesidad de respetarle la vida. El campeón de la muerte y Ushanan-jampi describen con fuerte acento dramático las modalidades del crimen y la justicia popular de los indios.

De índole patriótica, pues se refiere a un suceso de la guerra entre el Perú y Chile (1879-1883) en Huánuco, es el cuento El hombre de la bandera. En cambio, relatos como El licenciado Aponte, El caso de Julio Zimmens, Cachorro de tigre y La mula de Taita Ramun tratan problemas sociales, penetrados con hondura y transmitidos al lector con singular poder expresivo. Cómo habla la coca relata las reflexiones de un masticador de esa hoja narcótica que pretende rebelarse contra el vicio, pero, a la postre, sucumbe a él. Del conjunto de los Cuentos andinos se destacan aquellos que muestran el misterioso y a veces feroz espíritu de los quechuas, a los que el autor había conocido a lo largo de su dilatada labor de magistrado.

Otras obras suyas son Miniaturas (1895), semblanzas de bellezas limeñas; De mi casona (1924), "especie de memoria de un Bradomín criollo y tropical", según frase del crítico peruano Luis Alberto Sánchez; Calderonadas (1930), greguerías de intención satírica; Los caballeros del delito (1937); De la tierra brava (1938), poesías; y Las caridades de la señora Tordoya (1950). También se le debe el drama en un acto titulado Desolación (1916). Obtuvo el Premio Nacional de Cultura en 1950. Entre sus últimos libros destacan unas Memorias (1966) y la segunda parte del ensayo De mi casona (1966).

Cómo citar este artículo:
Fernández, Tomás y Tamaro, Elena. «». En Biografías y Vidas. La enciclopedia biográfica en línea [Internet]. Barcelona, España, 2004. Disponible en [fecha de acceso: ].