Kenji Mizoguchi

(Tokio, 1898 - Kyoto, 1956) Cineasta japonés. La brillante fusión de lo tradicional y lo innovador hizo de las obras del director de cine nipón Kenji Mizoguchi un punto de referencia esencial para comprender la evolución artística de Japón después de la ruptura traumática que supuso la Segunda Guerra Mundial.


Kenji Mizoguchi

De humildes orígenes, Kenji Mizoguchi trabajó como asistente en un hospital y estudió pintura; casi por casualidad fue introducido en los ámbitos cinematográficos que habría de frecuentar durante toda su vida. Aunque existen controversias sobre cuál fue su primer filme, la crítica se muestra de acuerdo en señalar El día en que vuelve el amor (1923) como su ópera prima. Con Historia del último crisantemo (1939) inició una larga serie de dramas de época que tuvieron como escenario la era Meiji.

Entre las películas que Mizoguchi dirigió después de la Segunda Guerra Mundial se encuentran algunos de sus filmes más importantes sobre uno de sus argumentos preferidos: la problemática de la mujer. En tal contexto destacan títulos como El amor de la actriz Sumako (1947) y Mujeres de la noche (1948). No menos memorables son, dentro de este mismo periodo, Vida de O-Haru, mujer galante (1952), El intendente Sansho (1954) y La emperatriz Yang Kwei Fei (1956).

Pese a la profusión de obras maestras que rodó en los últimos años de su vida, de su filmografía suele destacarse Cuentos de la luna pálida de agosto (1953), filme considerado como uno de los más bellos de la historia y frecuentemente ubicado en las listas de los diez mejores de la cinematografía universal. La película fue galardonada en el Festival de Cine de Venecia y en el de Edimburgo, lo que contribuyó a internacionalizar, ya al final de su carrera, la obra del director japonés.

Violenta y contemplativa, cruel y a la vez compasiva, sensual y lírica al tiempo, Cuentos de la luna pálida de agosto no fue la primera película de este realizador que se exhibía en Occidente, pero sí fue la que le reveló como gran cineasta. Guardián de las esencias japonesas frente a la occidentalización del cine de Akira Kurosawa, Mizoguchi presenta en sus filmes a un Japón antiguo, preciosista y refinado pero exento de exotismos superficiales, a través del que pretende trazar un paralelismo entre la antigua sociedad feudal y la moderna.


Fotograma de Cuentos de la luna pálida de agosto (1953)

El filme cuenta en forma de parábola cómo la ambición de dos hombres provoca la irremisible desgracia de sus mujeres, a las que el director retrata siempre en sus filmes en su institucionalizada postergación, en su forzada disponibilidad para el sacrificio en beneficio de los hombres. Con la acción ambientada en la región japonesa de Biwa a finales del siglo XVI, este soberbio melodrama narra la historia de Genjuro, un alfarero, y su cuñado, Tobei, que, obligados a abandonar su pueblo a causa de la guerra, se desplazan a la ciudad para hacer realidad sus sueños. Genjuro quiere hacer fortuna y colmar así los deseos de su mujer, Miyagi, a la que envía de regreso a su pueblo; pero Miyagi es violada y asesinada por los soldados que arrasan el pueblo, mientras él descubre en la ciudad la pasión erótica a través de una misteriosa mujer, la princesa Wakasa, que es en realidad un fantasma.

Tobei desea convertirse en samurai e impresionar a su esposa Ohama, que se pierde a la entrada de la ciudad; mientras Ohama se ve obligada a prostituirse para poder sobrevivir, su marido fanfarronea con su vestuario de samurai pretendiendo haber matado a un general. El reencuentro es intenso. Ohama se reconcilia con Tobei tras intentar suicidarse, y Genjuro, una vez liberado del hechizo, encuentra a Miyagi en casa a su regreso, y le pide perdón y disculpas aunque ella no le hace ningún reproche. Pero a la mañana siguiente Miyagi no está, ya que en realidad había muerto en el ataque. A partir de entonces se operará un gran cambio en los dos hombres, que regresarán a la vida humilde y tranquila que nunca debían haber abandonado.

Mizoguchi realizó sus filmes con la mirada de un pintor y el alma de un poeta. Creó un estilo visual rico en belleza y lleno de detalles físicos y psicológicos; resaltó el diseño interno de las imágenes y creó composiciones bellas desde el punto de vista plástico, explorándolas con amor y recreándose en ellas con un suave movimiento de la cámara. Produjo así un universo realista y unificado, concreto en la disposición y en el ambiente, donde exploró la relación psicológica de sus personajes. Su tema principal fue la situación de la mujer japonesa y su papel en una sociedad dividida entre tradición y modernidad; la comprensión de la psicología femenina figura entre los rasgos más sobresalientes de sus películas. Hombre frágil, aquejado de una afección reumática invalidante, Mizoguchi murió de leucemia a los 58 años.

Cómo citar este artículo:
Fernández, Tomás y Tamaro, Elena. «». En Biografías y Vidas. La enciclopedia biográfica en línea [Internet]. Barcelona, España, 2004. Disponible en [fecha de acceso: ].