María de Francia
(Siglo XII) Poetisa francesa. No se sabe casi nada de esta escritora, que únicamente afirma en una de sus obras que se llama María y que es de Francia. Probablemente de origen noble, parece que vivió en la corte de Inglaterra, donde Leonor de Aquitania había creado un centro de cultura francesa. Es conocida sobre todo por sus Lais, doce narraciones en verso de tradición bretona; elegantes, poéticas y evocadoras, tratan temas amorosos y contienen numerosos elementos mágicos y fantásticos. María de Francia puso de moda este género literario, que se extendió rápidamente por la Europa de la época. Tras centurias de olvido, su obra fue redescubierta en el siglo XVIII.
María de Francia presenta los Lais a Enrique II
María de Francia es cronológicamente la primera poetisa francesa con nombre conocido, pero es muy poco lo que sabemos acerca de su persona y su existencia. Sólo podemos considerar seguras su localización histórica en la segunda mitad del siglo XII y la composición de sus Lais, en torno a los años 1160-80. Nada, en efecto, nos dice de sí misma la escritora, que en el curso de su obra no deja entrever otro dato personal que no sea el de su nombre y su país de origen.
Indudablemente de origen francés y procedencia noble, María de Francia debió de pasar gran parte de su vida en Inglaterra, en la corte de los Plantagenet, que Leonor de Aquitania (esposa de Enrique II de Inglaterra y sobrina del duque y poeta provenzal Guillermo IX de Aquitania) había convertido en un floreciente centro de vida intelectual en el que la poesía y la lengua de Francia conocieron una gran difusión. Carece de razones probatorias el intento reciente de identificar a María de Francia con la condesa Marie de Champagne, hija de Luis VII de Francia.
La palabra «lais» se explica desde el irlandés «laid» o «loid», con el significado de canción o melodía. Los lais bretones eran musicales y líricos; los Lais de María de Francia, en cambio, son principalmente narrativos: son realmente historias en verso de muy diversa extensión (entre cien y doce mil versos), lo que tampoco significa que estén exentas de lirismo. Tal y como ella misma indica al llamarlos "bretones", María de Francia recogió y elaboró en un francés rimado y perfecto, con un lenguaje ágil y fino, muchas de las más bellas leyendas bretonas que seguramente conoció durante su probable estancia en la corte de Enrique II de Inglaterra, a quien dedicó su colección. Lo cierto es que muchos cantores bretones debieron de divulgar en Francia y en Inglaterra las leyendas que María oyó y puso en rima.
Un rápido repaso de los doce Lais de María de Francia permite hacerse una idea de su temática y de su atmósfera caballeresca y legendaria. En Ruiseñor, una dama escucha todas las noches el canto del ruiseñor mientras habla de amor con su amado. El marido, celoso y sospechando algo, mata al ave y la echa, aún cubierta de sangre, a la dama, que de este modo ya no puede asomarse a la ventana y manda como aviso el cuerpo destrozado del ruiseñor a su amante, que lo conservará para siempre en un cofre de oro.
Madreselva narra un episodio de la historia de Tristán e Isolda: expulsado de la corte, Tristán deja en el camino que Isolda debe recorrer una rama de avellano en la que ha grabado su nombre; Isolda la encuentra y la lee, abandona con una excusa a su séquito y se encuentra con Tristán en el bosque. En Lanval se cuenta la dulce y hermosa historia de un caballero y de un hada. En Los dos amantes, un joven, a pesar de poseer un filtro mágico de fuerza, confía en sus energías y en su amor para llevar en sus brazos hasta la cumbre de un monte a la muchacha amada; alcanza en efecto la cumbre, pero allí cae exánime, víctima de su heroica locura, y la muchacha fallece a su lado. Ionec relata la historia de un caballero misterioso, símbolo del amor inmortal; Eliduc, la de una dama que se sacrifica y se retira a un convento para dejar su marido a una muchacha de la que él se ha enamorado locamente.
Desdichado es la historia de una muchacha que coquetea con cuatro cortejadores; tres de ellos fallecen en un torneo y el cuarto superviviente declara ser el más desdichado. En Equitan dos amantes, un príncipe y la mujer de su senescal, mueren tristemente, víctimas de su amor culpable. Fresno es la novelesca historia de una expósita que llega a ser la querida de su señor, el cual, después de varias complicaciones, se casa con ella al descubrirse que es hija de nobles y hermana de la joven con la que él estaba a punto de casarse. Milon trata el motivo del combate entre padre e hijo, desconocidos uno del otro, y que al final se reconocen. Bisclavret es una de las muchas historias de licántropos. Y en Guigemar un caballero herido, abandonado en una barca, es curado en un extraño castillo por una mujer con la que se casa después de magníficas y numerosas aventuras.
Rebosantes de poesía fantástica, de pasión soñadora y de un espíritu que los vivifica, los Lais de María de Francia apasionaron al público europeo. La influencia de los Lais fue, en efecto, considerable, y no sólo en Francia, sino asimismo en toda la literatura europea contemporánea; de ellos se hicieron traducciones a diversas lenguas. A fines de la Edad Media la escritora quedó olvidada; hasta el siglo XVIII no se le haría objeto de la merecida rehabilitación. Desde entonces no ha dejado ya de atraer a los lectores de buen gusto, así como a los literatos y eruditos.
Cómo citar este artículo:
Fernández, Tomás y Tamaro, Elena. «».
En Biografías y Vidas. La enciclopedia biográfica en línea [Internet]. Barcelona, España, 2004. Disponible en
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