Victoria I de Inglaterra

 
Una reina jovencita. Cuando Victoria accedió al trono, la monarquía inglesa llevaba tiempo embarcada en una grave crisis institucional. Ni el rey Jorge III (de larga y desgraciada vida a causa de sus periódicas crisis de locura) ni la mayoría de sus seis hijos contribuyeron a reforzar la institución monárquica. Jorge IV (1820-1830) dañó aún más con sus continuos escándalos el prestigio de la monarquía, que sólo pudo reparar en parte Guillermo IV (1830-1837). Al morir este último sin descendencia, la corona recayó en su sobrina Victoria, que contaba entonces dieciocho años de edad. La tarea que tenía ante sí la joven soberana era ardua y complicada, más teniendo en cuenta su escasa preparación para los asuntos de gobierno, ya que no se esperaba que pudiera acceder un día al trono. Bien dispuesta a cumplir con su tarea, Victoria no tardaría en ganarse la opinión favorable de los súbditos, con lo que contribuyó de forma decisiva a la consolidación de la monarquía en Inglaterra. En la imagen, un retrato de la joven reina realizado en 1842 por el pintor Franz Xavier Winterhalter.