Robert Redford

(Charles Robert Redford; Santa Mónica, 1937) Actor cinematográfico estadounidense. Se formó en la Universidad de Van Nuys, de Colorado, donde estudió pintura y mostró buenas condiciones para el deporte, destacando como excelente jugador de béisbol; en algún momento pensó en dedicarse a esta actividad de modo profesional, pero pronto desechó esa posibilidad. En 1957, con veinte años, dejó atrás los Estados Unidos para emprender un viaje por Europa. En el periplo se sentiría atrapado por ciudades de larga tradición artística como Florencia o París, mientras desempeñaba los más variados oficios para subsistir.


Robert Redford

De regreso a Estados Unidos, con veintitrés años, decidió estudiar arte dramático. Se inscribió en la American Academy of Dramatic Arts y en poco tiempo se vio trabajando en los circuitos de Broadway, en los que colaboró como escenográfo en alguna ocasión, aprovechando sus conocimientos de pintura. Como aspirante a actor, destacaba de inmediato por su físico: no muy alto, pero de rasgos atractivos (rubio, ojos claros y una dicción sugerente), por los que el público repararía en él con prontitud.

Con menos de treinta años, en efecto, comenzó a actuar para la gran pantalla. Fue rechazado en el casting de West Side Story (1961), musical de Robert Wise y Jerome Robbins que acabarían protagonizando Richard Beymer y Natalie Wood; pero casi a continuación consiguió un papel secundario en el filme bélico El que mató por placer (1961), de Dennis Sanders. Todavía como secundario destacó interpretando a un homosexual en La rebelde (1965), una importante película de Robert Mulligan.

Robert Redford comenzó a ser considerado un actor con mucho futuro a partir de su actuación en La jauría humana (1966), de Arthur Penn. Con Marlon Brando en el papel protagonista, La jauría humana es un drama intenso, con fuertes acusaciones raciales, que logró una buena acogida y en la que trabajaron otros actores jóvenes que con el tiempo conseguirían llegar a lo más alto; es el caso de Jane Fonda, que años después compartiría reparto en otras producciones con Redford. En el mismo año se le ofreció un papel de protagonista masculino en Propiedad condenada (1966), de Sydney Pollack, un director con el que rodaría algunas de sus mejores películas en los años siguientes.

Sin embargo, su ingreso en el espacio de las grandes estrellas se produciría a través de una comedia romántica dirigida por Gene Saks, Descalzos por el parque (1967), adaptación de una pieza teatral de gran éxito de Neil Simon. Jane Fonda fue su oponente femenina en esta obra acerca de la vida en común que inicia un joven matrimonio. La interpretación de Redford le valió para iniciar su imparable escalada en el mundo del cine, que ya no abandonaría.

Dos hombres y un destino (1969), de George Roy Hill, se convertiría en un jalón en la carrera de sus dos actores principales: Robert Redford y Paul Newman, quien exigió que Redford fuese su compañero de reparto. Los protagonistas del filme, Butch Cassidy y Sundance Kid, son dos bandidos que se dedican a saquear trenes, bancos y todo aquello que pueda reportarles algún beneficio, amén de proporcionarles algunos buenos ratos de diversión. Su historia, de fondo real aunque con elementos ficticios, es la que George Roy Hill contó en esta película: sus aventuras, sus amoríos y su huida final a Bolivia, donde hallarían la muerte enfrentados a la ley.

Obra de referencia dentro de una nueva corriente que daría al western un tratamiento muy distinto del acostumbrado hasta entonces, la narración destila humor gracias sobre todo a la labor actoral de Robert Redford y Paul Newman, entre los que reinó un inmejorable ambiente de camaradería durante el rodaje, llevando incluso hasta la exasperación al director por las continuas bromas que gastaban no sólo entre ellos, sino también al resto del equipo. El filme mereció los Oscar a la mejor fotografía, al mejor guión original y a la mejor banda sonora, incluida una estatuilla para la canción Raindrops Keep Fallin on My Head; compuesta por Burt Bacharach, ha pasado a ser una de las melodías cinematográficas más populares, y su audición en la película está acompañada de una secuencia (aquella en la que Paul Newman y Katharine Ross pasean en bicicleta) que es un claro antecedente de los videoclips musicales.


El golpe (1973)

El éxito alcanzado propiciaría que algunos años después se rodase no una continuación, pero sí una película de estructura semejante con el mismo director y los mismos actores: El golpe (1973). En el Chicago de los años 30, dos estafadores (Redford y Newman) quieren vengarse de Lonnegan, un jefe de la mafia que ha ordenado el asesinato de un amigo común. Para ello planean una sofisticada estafa: montar una casa de apuestas ficticia en la que ellos, supuestamente, conocen con anterioridad el resultado de las carreras de caballos. Para llevar a cabo un tal «golpe» o estafa de altos vuelos, logran reunir una gran banda que habrá de cuidar hasta el milímetro todos los detalles.

El golpe fue un intento de sumarse al éxito que por aquellos años tenía la moda "retro" y el resurgir del cine de gángsters, aunque en este caso pasado por el tamiz de la comedia. También fue un intento, recompensado con una buena recaudación, de aprovechar el éxito que la pareja Newman-Redford había obtenido con Dos hombres y un destino. La química se mantuvo intacta entre el director y los protagonistas, dando como resultado una comedia con un ritmo muy vivo y unos personajes que se hacen entrañables para el espectador. El filme obtuvo cuatro Oscar, entre ellos a la mejor película y al mejor director; también logró una estatuilla al mejor vestuario, en una cinta en que la ambientación forma una parte muy importante de su encanto. Sin embargo, con el paso de los años, quizás lo más recordado de El golpe sea la música, por la que obtuvo el cuarto Oscar: el tema central de la película, original del pianista de jazz y ragtime Scott Joplin, se ha convertido en una de las músicas más célebres de la historia del cine.

Otra de las memorables actuaciones de Redford fue la que el actor regaló en una adaptación de la obra de F. Scott Fitzgerald El gran Gatsby, una de las novelas estadounidenses más emblemáticas. Dirigida en 1974 por Jack Clayton, contó con todo lo necesario para ser una gran producción, aunque el resultado cinematográfico, como suele ser bastante frecuente en las versiones de novelas muy conocidas, no se consideró a la altura del original ni de las expectativas. Pero todos admitieron que la composición del protagonista que llevó a cabo Robert Redford encajaba a la perfección con la psicología del personaje. Ciertamente, por esos años Robert Redford acabó superando en popularidad al mismo Paul Newman gracias a sus atractivas interpretaciones en películas como El descenso de la muerte (1969), El candidato (1972) y Tal como éramos (1973, con Barbra Streisand). No tardó en fundar su propia productora, Wildwood Enterprises, con la que llevó a la pantalla Todos los hombres del presidente (1976), historia de la investigación del Watergate que coprotagonizó con Dustin Hoffman.


Todos los hombres del presidente (1976)

Durante los años ochenta, coincidiendo con el inicio de su carreta como director, decayó su ritmo de trabajo como actor. Con todo, todavía en esa década intervino en Memorias de África (1985), de Sydney Pollack, filme inspirado en la vida de la escritora danesa Karen Blixen que alcanzó excelentes resultados económicos y cinematográficos. Con Meryl Streep como compañera de reparto, el personaje de Redford (que a punto estuvo de ser interpretado por Jeremy Irons, fascinado por el papel) le permitió cuajar una de sus mejores actuaciones.

Como director, Robert Redford inició su trayectoria con Gente corriente (1980), un melodrama acerca de una familia acomodada en la que uno de los hijos tiene problemas psicológicos como consecuencia de la muerte de su hermano. La película tuvo una acogida desigual, con diversidad de valoraciones. Para importantes sectores de la crítica, se trata de un melodrama muy habitual, sin cualidades apreciables; no obstante, el público tuvo una actitud más positiva hacia la cinta, que cosechó buenos resultados en taquilla, y la Academia de Hollywood le otorgó nada menos que cuatro Oscar, entre ellos el de mejor película y mejor director.

Su segundo largometraje como director fue Un lugar llamado Milagro (1988), basado en una novela de John Nichols. Situada en México, es una parábola sobre la situación social y las relaciones entre los más acomodados y los pobres de una población fronteriza. Años más tarde se inspiró en una novela de Norman MacLean para rodar El río de la vida (1992), filme protagonizado por Craig Sheffer y Brad Pitt en el que se acerca a la vida de una familia estadounidense a lo largo de veinticinco años.

Las dotes de director de Redford brillaron a gran altura en esta obra, cualidades que rubricaría con Quiz Show: El dilema (1994), una historia en torno a los abusos que para atraer audiencia se cometen en los concursos televisivos. El protagonista fue Ralph Fiennes, y su actuación demostró la capacidad de Redford para dirigir actores, siendo uno de los elementos que contribuyeron al éxito de la película, cuyo planteamiento parecía bastante difícil. Unos años después, Robert Redford intervino como actor y como director en El hombre que susurraba a los caballos (1998), adaptación de un conocido best seller; su protagonista es un veterano vaquero capaz de hablar a los caballos y recuperarlos de sucesos traumáticos, y que acaba ayudando tanto a un caballo que padeció un grave accidente como a la muchacha que lo montaba.

Robert Redford procuró siempre que su actividad cinematográfica fuese lo más amplia posible y que no quedase limitada a los aspectos más brillantes o espectaculares. Cabe destacar, en este sentido, que fue el fundador y principal impulsor del Sundance Film Institute, institución que, entre otras actividades, organiza un festival de cine que rehúye el glamour y tiene como principal misión descubrir nuevos valores, darlos a conocer y tratar de facilitar su carrera, favoreciendo a la vez el desarrollo del cine independiente y abriendo nuevos horizontes a profesionales y espectadores.

Cómo citar este artículo:
Fernández, Tomás y Tamaro, Elena. «». En Biografías y Vidas. La enciclopedia biográfica en línea [Internet]. Barcelona, España, 2004. Disponible en [fecha de acceso: ].