Ernesto Bertarelli

(Ginebra, 1965) Magnate suizo considerado el hombre más rico de su país. Hijo primogénito del empresario Fabio Bertarelli, propietario de la biotecnológica Serono International, SA, su padre se lo llevaba a los viajes de trabajo con sólo diez años, para que aprendiera los entresijos del negocio. Un negocio boyante, que en apenas unas décadas proporcionó a la familia una fortuna que superó los 2.000 millones de francos suizos (1.440 millones de dólares).


Ernesto Bertarelli

Autodidacta en su infancia (no pasó por el instituto), a los diecisiete años de edad se convirtió en el responsable de elaborar los presupuestos de la empresa. Pero el padre era consciente de que el heredero debía estar preparado para los nuevos tiempos que se avecinaban, sobre todo en el sector de la biotecnología, en una economía globalizada. Por ello, en 1984 lo matriculó en el exclusivo Babson College, en Wellesley, en el estado de Massachusetts (Estados Unidos), y accedió a la Universidad de Harvard, donde obtuvo un máster en administración de empresas.

En 1995 regresó a Suiza, donde su padre le cedió el 80 % de la gestión de Serono. Al año siguiente su padre falleció de cáncer y, con sólo treinta años, Ernesto Bertarelli se hizo cargo de todo el negocio familiar, como presidente de la empresa. A los productos de biotecnología avanzada sumó los farmacéuticos, un negocio que en poco tiempo convirtió a Bertarelli en el multimillonario número uno de Suiza, donde, según la Administración Federal de Finanzas, uno de cada 25 habitantes es millonario en el sentido estricto del término.

Su pasión por navegar (que se remonta a la infancia, aunque en general ha practicado todo tipo de deportes, especialmente el montañismo) lo llevaría a participar en numerosas regatas, como patrón, timonel, navegante o simple miembro de la tripulación. Entre otros títulos, es pentacampeón en la Bol d’Or (1997, 2000, 2001, 2002 y 2003), ganador de la Sardinia Cup (1998) y campeón del mundo de la clase 12 m y de la Farr 40 (2001).

En 2002 potenció la capacidad de su velero Alinghi SUI-64, del que es dueño y jefe del sindicato. El nombre del velero lo impuso su padre antes de morir, porque Ernesto y Donatella no paraban de repetir ese vocablo inventado. Es un barco sofisticado, dotado de tecnología punta y con una tripulación de 130 personas de 22 países, entre ellas los españoles Joan Vila y Manuel Ruiz de Elvira. Bertarelli, al respecto, dijo: “Lo básico no es ser listo o inteligente, sino estar bien asesorado. Por mi parte, sólo soy la punta del iceberg. Si tengo éxito es porque trabajo con personas que me ayudan. Es imposible pensar que lo puedes hacer todo en primera persona”.

Ésa es su filosofía, tanto empresarial como deportiva. Fue esta receta (la de trabajo en equipo con los mejores especialistas en cada puesto) la que aplicó para conquistar como jefe del sindicato y navegante la Copa Louis Vuitton, prueba de clasificación nacida en 1983 cuyo vencedor reta al barco ganador de la anterior edición de la Copa América. Y con la misma receta llegó a la Copa América en 2003, que ganó el 2 de marzo tras derrotar al potente sindicato del Team New Zealand, poseedor del trofeo de la competición desde 1995.

Con esa victoria, Bertarelli devolvía el trofeo al Viejo Continente, y el Alinghi se convirtió en una palabra mágica para toda Suiza. Su aterrizaje en Ginebra el 8 de marzo de 2003 fue apoteósico. De pie en la pista, rodeado de periodistas y fotógrafos, dijo: “He soñado tantas veces en aterrizar con este trofeo, que siento como si fuera algo irreal”.

Esa victoria era aún más emotiva si se tiene en cuenta que la consiguió en su primera participación en la Copa América. Y más aún, porque devolvía el trofeo a Europa desde que los estadounidenses fueran los vencedores en la primera edición, en 1851. Poco después del triunfo en la competición, que permite al ganador decidir la sede y organizar la siguiente edición, Bertarelli creó la empresa America’s Cup Management (ACM), exclusivamente encargada de la organización y el desarrollo de la competición, que mueve millones de euros en cada edición.

Sin embargo, en su vida laboral no todo le fue viento en popa. Serono International, que en 2007 tenía presencia en 72 países y cuyo producto estrella es un fármaco contra la infertilidad, pasó ciertos apuros en 2005 y se rumoreó que era pretendida por Novartis, lo que causó preocupación en los 5.000 empleados.

De hecho, aquel año Serono registró pérdidas por valor de 130 millones de francos. Ello, sin embargo, fue debido no a la mala gestión de Bertarelli, sino a una multimillonaria multa de 850 millones de francos suizos que el gobierno de Estados Unidos impuso a la compañía suiza por realizar prácticas comerciales ilegales en la promoción y venta de sus productos, en especial del Serostim, medicamento para luchar contra la pérdida de peso. En cualquier caso, su padre le había dejado una fortuna de 5.000 millones de francos, que él había duplicado en 2006. Y lo cierto es que en 2007 Bertarelli se hallaba entre las ochenta personas más ricas del mundo, a no mucha distancia de los magnates que frecuentan los primeros puestos en las listas de la revista Forbes, como Bill Gates, Carlos Slim, Amancio Ortega, Michael Bloomberg o el joven Mark Zuckerberg.


Bertarelli alzando la Copa América

La atención de Bertarelli en 2007 se centró en superar al vencedor de la Copa Louis Vuitton, en la que el Desafío Español 2007, con un presupuesto de 60 millones de euros, hizo un buen papel y llegó a semifinales. Perdió ante el Emirates Team New Zealand, equipo que ganaría la final y se clasificaría por tanto para disputar la Copa América. En la Copa América, el Alinghi volvió a ganar al Emirates Team New Zealand, y poco después Valencia sería confirmada para repetir sede en la próxima edición, probablemente en 2011.

Aunque pasa fuera de casa entre 16 y 18 horas diarias, porque es un adicto al trabajo, decidió formar una familia para que alguien de la saga de los Bertarelli heredara el imperio. En 2001 conoció a Kristy, una inglesa que había sido Reina de la Belleza de Reino Unido en 1968. Se casó de inmediato con ella y tuvo dos hijos, nacidos en 2002 y en 2005, respectivamente. Aun así, Ernesto tolera que su esposa se escape de vez en cuando para satisfacer una de sus pasiones: cantar.

Cómo citar este artículo:
Fernández, Tomás y Tamaro, Elena. «». En Biografías y Vidas. La enciclopedia biográfica en línea [Internet]. Barcelona, España, 2004. Disponible en [fecha de acceso: ].