Miguel Ángel

La arquitectura de Miguel Ángel

Cuando en 1516 recibió su primer encargo arquitectónico, Michelangelo Buonarroti había cincelado estatuas como el David y pintado los frescos de la Capilla Sixtina; era ya, pues, un artista célebre. El papa León X, hijo de Lorenzo el Magnífico, confiaba ciegamente en su talento y le encomendó un proyecto para la fachada de la iglesia florentina de San Lorenzo, templo familiar de los Médicis.

La maqueta y los dibujos conservados revelan que Miguel Ángel siguió un diseño anterior de Giuliano da Sangallo, pero enriqueciéndolo con un extenso programa escultórico de dieciocho estatuas con las que pretendía situar esta obra al nivel de las exuberantes portadas del gótico. Una vez más, intentaba representar un universo donde el cuerpo humano y el marco arquitectónico apareciesen indisolublemente unidos, tal y como había previsto antes para la tumba de Julio II y logrado con los frescos de la bóveda de la Capilla Sixtina.

La reformulación de las normas clásicas

Por razones aún no completamente aclaradas, este proyecto fue abandonado, y, en compensación, el Papa le encargó que realizase en la misma iglesia de San Lorenzo la Sacristía Nueva, paralela a la que Brunelleschi había edificado un siglo antes al otro lado del transepto. La planta de ambas capillas es la misma, pero Miguel Ángel incluyó un segundo piso entre las pilastras y la zona de las pechinas, coronando el conjunto con una cúpula semiesférica que por primera vez reproduce el artesonado del Panteón.


La Sacristía Nueva

El ritmo ascensional es acentuado por las ventanas de los lunetos, cuyo dintel es más estrecho que la base. No obstante, lo más innovador es la decoración arquitectónica de los muros, que reformula por completo la gramática vitruviana. Los nichos situados sobre las puertas, con las rupturas de la línea curva del frontón o la moldura del arquitrabe invadiendo el tímpano, han perdido su función originaria e introducen un elemento de tensión abstracta que va a ser una característica de la arquitectura miguelangelesca.

Las normas clásicas, recuperadas por la tradición cuatrocentista y consideradas inmutables hasta entonces, encuentran aquí una nueva dimensión y por lo tanto un nuevo futuro, pues, como afirmó Giorgio Vasari, Miguel Ángel "rompió las ataduras y cadenas de un modo de trabajar que se había convertido en habitual a fuerza de usarlo". La construcción de la Sacristía Nueva, prevista como mausoleo de los Médicis, comenzó en 1520 bajo la dirección personal de su autor.

La Biblioteca Laurenziana

A partir de 1524 hubo de simultanear los trabajos de la Sacristía Nueva, que incluían varios sepulcros, con un nuevo encargo arquitectónico, la Biblioteca Laurenziana, que le encomendó el segundo Papa de la familia Médicis, Clemente VII. Adosada al ala occidental de San Lorenzo, sus dimensiones estaban determinadas por las del claustro, pero se incluyó además un ricetto o vestíbulo para colocar la escalera que da paso a la sala de lectura.

Los paramentos de la larga y estrecha biblioteca presentan un escalonamiento en varios niveles que les otorga una profundidad sin precedentes, pero es sobre todo en el ricetto donde la capacidad de Miguel Ángel para desarrollar sorprendentes efectos de superficie alcanza su máxima expresión. Las columnas pareadas están hundidas en los muros y parecen sostenidas por unas enormes cartelas que surgen del nivel inferior, mientras los nichos rectangulares poseen pilastras que se ensanchan hacia arriba y se destacan de los bloques de paramento.


El ricetto de la Biblioteca Laurenziana

Estos motivos, que tienden a reforzar la sensación de verticalidad y tridimensionalidad, sirven a su vez de decorado a la magnífica escalera del centro del vestíbulo, con tres tramos que se unen en el piso superior y unos primeros escalones ovalados que parecen adelantarse en busca del visitante. El artista interrumpió sus trabajos en la sacristía y en la biblioteca en 1527, año en que los Médicis fueron expulsados de Florencia y se instauró la república.

Cuando en 1530 los Médicis retomaron el poder, Miguel Ángel volvió a consagrarse a esas obras tras un paréntesis en que sirvió al nuevo gobierno, pero en 1534 marchó definitivamente a Roma, dejando sin terminar la decoración de la capilla y la escalera de la biblioteca. Las esculturas de la primera no serían colocadas hasta 1554, veinte años después, y la segunda fue llevada a cabo en 1560 por Ammannati, que siguió fielmente los planos del maestro.

Las formas transgresoras y llenas de dinamismo empleadas por Miguel Ángel definían un estilo cuyos elementos eran clásicos, pero cuyo espíritu resultaba profundamente anticlásico. Esta nueva tendencia arquitectónica tendrá otro ilustre representante en la figura de Giulio Romano, pero mientras la obra de éste posee un espíritu de extravagancia lúdica, erudita y cortesana, Miguel Ángel imprime a la suya un sentido trágico y monumental. Si bien no creó formas nuevas, supo dotar a sus obras de una impronta inconfundible que emana de su compleja personalidad.

La introducción del orden colosal

Pablo III, que ocupó el solio pontificio el mismo año en que Miguel Ángel se instalaba en Roma, le confiaría los más importantes proyectos de su mandato. El primero fue la reordenación de la plaza del Campidoglio (1546), sobre la antigua colina del Capitolio, donde modificó las fachadas de los palacios Senatorio y Dei Conservatori, y además duplicó el segundo con objeto de formar una plaza de forma trapezoidal. El conjunto no fue concluido hasta finales del siglo XVII, pero los planos originales fueron respetados escrupulosamente.

En el diseño de estos palacios aparece por primera vez el llamado orden colosal o gigante, en el que enormes pilastras se alzan desde el suelo hasta la cornisa, abarcando dos plantas que poseen su propio orden secundario. Así, Miguel Ángel combina la escala de un templo con la división en cuerpos más pequeños de un palacio, dando una expresión monumental a un problema a la vez práctico y estilístico que había ocupado a los arquitectos desde la época de Leon Battista Alberti.


Plaza del Campidoglio

Las fachadas de los palacios gemelos ubicados a ambos lados de la plaza son simétricas y forman ángulos agudos con el palacio Senatorio, cuya planta baja almohadillada, semicubierta por una escalera doble, sirve de basamento al orden colosal. Esta disposición, junto con el dibujo ovalado del pavimento, hace que la plaza parezca un rectángulo y no se aprecie su forma irregular, al tiempo que monumentaliza la estatua ecuestre situada en su centro.

Innovaciones audaces

Tras este proyecto, verdaderamente revolucionario desde un punto de vista urbanístico, Miguel Ángel sucedió a Antonio da Sangallo el Joven en el palacio Farnesio y en la dirección de la magna obra de San Pedro a partir de 1546. Pero antes de examinar su papel en la Basílica de San Pedro hay que referirse a otros trabajos arquitectónicos que Miguel Ángel desempeñó en Roma, como son el proyecto para San Giovanni dei Fiorentini (1559), la Capilla Sforza en Santa Maria Maggiore o la reordenación de Santa Maria degli Angeli (1563).

En los tres casos el artista trató de configurar un espacio interno complejo y singular, no basado en formas geométricas simples sino en líneas elípticas y quebradas que desbordan toda regularidad. Para San Giovanni dei Fiorentini se había convocado años antes un concurso que fue ganado por Sansovino, pero su proyecto no se llevó a cabo. El de Miguel Ángel consistía en una insólita planta de dos cruces griegas yuxtapuestas, de lo que resultaba un espacio circular central rodeado por cuatro capillas ovaladas y otras cuatro rectangulares dispuestas alternadamente. La cúpula de cascarón liso que debía coronar el conjunto era muy parecida a la del Panteón. Tampoco el diseño miguelangelesco fue materializado, y el templo actual es obra de Giacomo della Porta.

En la Capilla Sforza sí se hizo realidad una audaz articulación de los espacios basada en una combinación de formas rectas y curvas que no tiene parangón en la arquitectura anterior de cualquier época. Las columnas exentas colocadas en diagonal respecto a los pilares del crucero, la hinchada cúpula, el anguloso entablamento y los segmentos absidiales que cierran las capillas forman un extraño conjunto, resultado de un diseño tan libre que parece arbitrario.

La misma osadía aparece en Santa Maria degli Angeli, levantada en el lugar que ocupaba el tepidarium de las termas de Diocleciano: Miguel Ángel hizo algo tan inusual como situar el altar mayor en el eje transversal de la sala, haciendo descansar la bóveda sobre ocho grandes columnas exentas de granito rojo. El carácter innovador y antitradicional de estas construcciones no impide que en cada una de ellas el maestro se haya ceñido perfectamente a las condiciones previas y las necesidades del cliente, escogiendo la mejor alternativa entre todas las posibles.

La Basílica de San Pedro

Ésta sería su principal baza a la hora de intervenir en la Basílica de San Pedro. Nada más ser nombrado arquitecto jefe de la basílica, Miguel Ángel aseguró que "alejarse de Bramante es alejarse de la verdad". Pese a ello, criticó muy severamente la maqueta de su antecesor, cuyas debilidades ya habían sido señaladas, y presentó un proyecto completamente distinto en el que los problemas que habían desalentado a los más destacados constructores de la época encontraron una vía definitiva de solución.

Miguel Ángel propuso una vuelta al esquema de cruz griega, simplificando las rotondas de los ángulos y eliminando tanto los deambulatorios de los extremos de la cruz como los campanarios. Por otro lado simplificó y reforzó la estructura, aumentando el grosor de los pilares principales y fusionando los laterales con el muro exterior. De este modo conseguía dar la rotundez necesaria a la base que había de soportar el peso de la gigantesca cúpula, que se mostraba por vez primera lo bastante cohesionada.

La solución propuesta por Miguel Ángel al arduo problema que planteaba el sostenimiento y la consolidación de la pesada estructura de la cúpula fue definida tras estudiar detenidamente la que Brunelleschi había construido en la catedral de Florencia. Miguel Ángel decidió seguir el mismo principio y levantar en San Pedro una cúpula de doble cascarón, en vez de la pieza única de mampostería prevista por Donato Bramante. A pesar de ello quiso que su forma semiesférica recordase la primitiva idea bramantesca, inspirada en el Panteón. También se alejó del diseño de Bramante al disponer un tambor con dobles columnas y ventanas alternadas, en vez de columnas solas.


Cúpula de la Basílica de San Pedro

Se trataba de conseguir que los planos verticales (definidos por las columnas del cilindro y los nervios de la cúpula) y horizontales (con las cornisas y el ático del tambor) reflejasen un equilibrio total, de forma que el movimiento ascensional siguiese un ritmo pausado hasta el ápice de la linterna. Al mismo tiempo, el muro exterior quedaba ceñido por un orden colosal de pilastras de veintiocho metros de altura sobre el cual aparece un ático con ventanas que oculta las bóvedas de los brazos de la cruz. En el lado oriental se añadía un pórtico con frontón a modo de fachada, incluyendo columnas de las mismas dimensiones que las pilastras gigantes.

En el planteamiento de Miguel Ángel, todos los elementos estaban sometidos a un criterio de unidad. Entre el interior y el exterior se había buscado una armonía perfecta, y era difícil conseguir una mayor homogeneidad en la articulación de las masas, sobre las que dominaba imponente la cúpula. Cuando Miguel Ángel murió en 1564, las obras del nuevo San Pedro estaban en marcha. Vignola introdujo unas cúpulas menores, y la principal fue erigida entre 1586 y 1591 por Giacomo della Porta, quien le imprimió un perfil apuntado no previsto por el maestro. Carlo Maderno, a comienzos del siglo XVII, prolongó la nave hasta la actual fachada, y Bernini completó el conjunto con la columnata. Más de ciento veinte años y una docena de arquitectos fueron necesarios para llevar a término el proyecto, pero Miguel Ángel había conseguido que en el centro del crucero, bajo la enorme cúpula, continuase latiendo el espíritu de la obra emprendida por Bramante y Julio II.

Cómo citar este artículo:
Fernández, Tomás y Tamaro, Elena. «». En Biografías y Vidas. La enciclopedia biográfica en línea [Internet]. Barcelona, España, 2004. Disponible en [fecha de acceso: ].