Alain-René Lesage

(Alain-René Le Sage o Lesage; Sarzeau, 1669 - Boulogne-sur-Mer, 1747) Novelista y dramaturgo francés. Abogado de escasa fortuna, se hizo escritor profesional y dedicó sus primeros esfuerzos a la traducción de dramaturgos españoles, antes de conocer el éxito con Crispín, rival de su amo (1707), comedia inspirada en Hurtado de Mendoza. Escribió también una novela satírica, El diablo cojuelo (1707), que adapta la obra del español Vélez de Guevara, y Gil Blas de Santillana (1715-1735), perteneciente a la tradición picaresca, para la que se basó también en fuentes españolas e italianas. Su estilo efectivo y realista le permitió describir la sociedad de su época desde un punto de vista crítico y con gran penetración humana y psicológica.


Alain-René Lesage

Nacido en una familia de la pequeña burguesía, se formó en un colegio de jesuitas; luego se trasladó a París para estudiar derecho, pero abandonó pronto su carrera por las letras. Ya desde muy joven pasó dificultades económicas al quedar huérfano y ser víctima de la mala administración de sus tutores; el matrimonio a los 26 años y los cuatro hijos que le dio la esposa no contribuyeron a superar las estrecheces, ni tampoco su empeño de alimentar a su familia con el solo producto de sus trabajos literarios. Su biografía apenas ofrece hechos dignos de interés; en toda su vida sólo hizo dos viajes: uno, de su Bretaña natal para ir a vivir a París, y otro, de París a Boulogne-sur-Mer, a casa de un hijo suyo, canónigo en aquella ciudad, a fin de retirarse.

Quien más le ayudó en sus comienzos fue el abad Jules-Paul de Lionne, a quien debe su definitiva orientación y su interés constante hacia la literatura española. El aprovechamiento más o menos inmediato de modelos españoles, junto con la laboriosidad y la fecundidad forzosa de quien escribe para ganarse la vida, fueron las características más evidentes de una actividad literaria bastante desigual. Al principio se dedicó a las traducciones: en Le Thêatre espagnol (1700) trasladó comedias de Francisco de Rojas Zorrilla y de Félix Lope de Vega, y en Don César Ursin (1707), la comedia de Pedro Calderón de la Barca Peor está que estaba. Si bien raras veces se apartó totalmente de sus modelos, a medida que maduraba su genio empezó a interpretarlos cada vez más libremente, inspirándose en ellos para obras de innegable carácter y mérito personal.

Aunque se le conozca en la actualidad más bien como novelista, su actividad teatral no carece de interés. Sus comedias obedecen a tres direcciones distintas. Las comedias imitadas o traducidas del idioma español representan la tendencia novelesca, preocupada por la acción más que por los tipos o caracteres. Las que escribió para la Comédie Française son las mejores y continúan la tradición clásica: Crispín, rival de su amo (1707) y Turcaret (1709); la última es una sátira cruel y a la vez divertida del mundo de los hombres de negocios, y ha sido considerada como la mejor comedia de costumbres del siglo. Y, por último, las comedias al estilo italiano destinadas a compañías bufas, fáciles y llenas de lances, que reunió en los diez volúmenes del Teatro de la Feria (1721-1737).

En prosa publicó traducciones del Don Quijote de Alonso Fernández de Avellaneda (1704), continuación espuria de la primera parte del verdadero Quijote de Cervantes y buen ejemplo de la acentuación de su tendencia a apartarse del original; del Guzmán de Alfarache de Mateo Alemán (1732); y de la novela anónima Estebanillo González (1734), entre otras obras. Les Aventures de M. Robert Chevalier, dit de Beauchesne (1732) es la autobiografía más o menos auténtica de un conocido filibustero, mientras que El bachiller de Salamanca (1736), cuyo tono recuerda a veces al de Gil Blas, vuelve al ambiente picaresco: el autor declara haberlo «sacado de un manuscrito español», quizá sólo para colocar mejor su producción frente al público.

Todas estas obras representan poco en comparación con las dos a las que debe Lesage su reputación: El diablo cojuelo y Gil Blas de Santillana. La novela El Diablo cojuelo (1707, pero completada sólo en 1726) es una refundición El Diablo cojuelo de Luis Vélez de Guevara adaptada al espíritu francés. Lesage reproduce fielmente los detalles que forman el marco de la novela, el encuentro del estudiante con el diablo, el examen del interior de las casas; pero altera considerablemente el modelo para representar la sociedad francesa de su época, que es el objeto de su sátira. Por lo demás, la galería de retratos morales recuerda más los caracteres pintados por Jean de La Bruyère que los madrileños de Luis Vélez de Guevara.

La Historia de Gil Blas de Santillana (I y II, 1715; III, 1724; IV, 1735) es la obra maestra de Lesage. Novela picaresca de largo alcance, está estructurada como todas las del género, como una autobiografía; abarca numerosas aventuras, acumula muchos incidentes y atraviesa múltiples capas sociales, formando una sarta de episodios que aparentemente sólo tienen en común la figura del personaje principal, pero que, en realidad, convergen para forjar el destino del pícaro. Del protagonista, el corriente y mediocre Gil Blas, lo mismo puede decirse que es héroe o víctima de las aventuras; desengañado y pesimista, topa con las situaciones y las vive a menudo pasivamente, arrastrado por las circunstancias.

La novela dio lugar a largas y enconadas discusiones acerca de su originalidad. El ambiente español y la mentalidad picaresca están captados tan perfectamente que llegó a hablarse de plagio, tanto más que Lesage no es un escritor de reconocida inventiva. Voltaire fue el primero en acusarle de haber copiado la Vida del escudero Marcos de Obregón de Vicente Espinel, pero la simple comparación basta para deshacer esta acusación. El padre Francisco José de Isla afirmó que Lesage había robado el manuscrito español de un abogado andaluz, con ocasión de un viaje a España, que nunca hizo; y Llorente atribuyó este manuscrito a Antonio de Solís. Ciertamente Lesage no es original, pero precisamente su condición de traductor e imitador empedernido le permitió ambientarse, imitar libremente y servirse de estructuras más bien que de textos determinados. Por debajo de la trama se reconoce un mosaico de modelos diferentes, que no han sido determinados todos de manera satisfactoria y que van del Baldus de Teófilo Folengo (1491-1544) a Alonso de Castillo Solórzano (1584-1648) y de Mateo Alemán a María de Zayas y Sotomayor (1590-1661).

Cómo citar este artículo:
Fernández, Tomás y Tamaro, Elena. «». En Biografías y Vidas. La enciclopedia biográfica en línea [Internet]. Barcelona, España, 2004. Disponible en [fecha de acceso: ].