Diego Velázquez

 
Don Gaspar de Guzmán, conde duque de Olivares
1634 - 1635
Lienzo. 3,13 x 2,39
Museo del Prado, Madrid.

Pintado sin duda en fecha próxima a los retratos reales ecuestres del palacio del Buen Retiro, entre 1634-1635, y sin duda con la misma paleta, este conde duque de Olivares, también a caballo, responde a un esquema un tanto aparatoso, ampuloso y teatral. Quizá también (por una vez en el sobrio Velázquez) adulador y disimulador de imperfecciones, pues el gesto, de un ímpetu arrogante y belicoso que nunca tuvo el Conde Duque, disimula hábilmente las espaldas cargadas y el porte nada airoso del todopoderoso gobernante que tanto protegió al pintor.

El lienzo, como pura pintura, es desde luego magistral. Véase la jugosidad del color, que armoniza el tono castaño saliente del caballo con los brillos plateados y la lejanía verde gris, de dominante fría. El cuadro, pintado sin duda para el propio Conde Duque, ingresó en el siglo XVIII en las Colecciones Reales por compra al marqués de la Ensenada.