Diego Velázquez

 
Vistas del jardín de la Villa Médicis, en Roma
Hacia 1630 o 1650
Lienzo. 0,48 x 0,42
Lienzo. 0,44 x 0,38
Museo del Prado, Madrid.

Los maravillosos y diminutos paisajes que pintó Velázquez copiando dos rincones de la Villa Médicis romana tienen, además de su belleza excepcional y su modernidad técnica, el encanto misterioso de su imprecisión cronológica. En su primer viaje a Italia, de 1629 a 1631, Velázquez, gracias a la recomendación del embajador español, vivió en la Villa, que por su elevación y sus jardines era el lugar más fresco de Roma durante la canícula.

Sin duda pudo entonces, con calma, pintar a placer, a plein air, estos vibrantes efectos del sol a través de las hojas. Algunos críticos los creen efectivamente de esa fecha y atribuyen la ligereza magistral del toque a falta de preocupación, por tratarse de un apunte y no de una obra acabada. Otros críticos prefieren ver en estos paisajes la obra de su segunda estancia romana en 1650, evocando, con lirismo no exento de melancolía, el escenario de sus primeros y ya remotos meses romanos.

De un modo u otro, estos pequeños lienzos presentan uno de los aspectos más sugestivos del arte de Velázquez. La trasparencia ligera del aire, la sutil vibración luminosa, que no volveremos a encontrar hasta el impresionismo, y esa actitud de melancólica sensibilidad frente a la naturaleza en abandono, hacen de estos pequeños lienzos lo más moderno de toda la pintura española del siglo XVII.